Novikov

~CAPITULO 11~

Inicio del problema, Ivy Novikov Wolf, parte I

Ivy Novikov

Recorrió mis brazos con la yema de sus dedos mientras repartía besos por toda mi cara, mientras me tomaba por la cintura, mis labios fueron besados de una manera que jamás creí posible.

Era una mezcla entre lo tierno y lo anhelado. Sus labios eran necesitados pero suaves. Sus manos exploraron mi cuerpo mientras me susurraba cosas lindas en mi oído.

Jamás pensé que algo así me pasaría a mí. Toda mi vida fue una constante demostración de que las personas eran malas, y les gustaban ser malas. Pero ella no.

Adela no era así, Adela era luz, era la luz que mi oscuridad necesitaba. La besé tantas veces bajo la luz de la luna que su sabor quedaría en mi paladar para toda la eternidad.

Mi madre me había dicho muchas veces que yo no valía la pena, a pesar que mis tíos y mis primas me dijeran lo contrario, a pesar de que mi padre me decía lo linda y especial que realmente era. Tantos años escuchando que no sería amada de verdad me hizo creerlo. Así que comencé a evitarlo.

Si le gustaba a un chico, lo evitaba; si una chica me invitaba a salir la evitaba o ponía una excusa.

Mis primas siempre me lo reprocharon, pero en el fondo no quería decirles que mi madre me decía esa clase de cosas.

Lamentablemente aún las recuerdo, y aún danzan en mi mente y se proyectan en mis pensamientos sin mi permiso.

«no lo vales»

«solo eres una niñita mimada y malcriada que no sabe valerse por sí misma»

«hubiese sido más fácil haberte abortado»

«el error más grande en mi vida fue tenerte»

«nadie te amará»

«ojalá supieras lo horrenda que eres»

«deberias adelgazar un poco»

«si subes de peso no le gustarás a los chicos»

«¿una chica? ¿En serio? No permitiré que mi hija sea una lesbiana»

«ese vestido te hace parecer una prostituta»

«no eres lo suficientemente bonita»

El maltrato físico no es lo único que daña a los niños. Las frases en "broma" también duelen, y también afectan.

Mi madre hizo que fuera anoréxica, estaba tan cegada por mi peso que comencé a bajar de peso compulsivamente. Mi madre estaba satisfecha con el resultado, así que en esos instantes era feliz.

Todo cambio cuando papá regresó, mi padre había salido de viaje con mi tío Alek y mi abuelo. Su viaje duró meses ya que estaban ayudándole a inaugurar el hotel que tenía en Rusia.

Cuando volvió, cuatro meses después yo estaba casi en los huesos. Siempre había sido delgada así que después de comer muy poco al día y bajar de peso todos los días no me sorprendió que a papá casi le diera un infarto al verme. Al sufrir de esta enfermedad fuí decayendo poco a poco mentalmente, hasta ser completamente inestable con respecto a mi peso.

Mi madre me mostró métodos inmorales que ella usaba cuando era jóven. Dijo que me quitaría la dieta sumamente estricta y me dejaría comer todo lo que yo quisiera. Pero la condición era inhumana.

Vomitar después de cada comida, al ver que en poco tiempo estaba en los huesos dejo de alargar mi delgadez, comenzó a someterme otra vez a dietas para que mi cuerpo fuera perfecto, a su gusto.

Mi padre luchó mucho después de enterarse, el divorcio fue inmediato, ellos ya no se querían así que creo que fue el momento perfecto, papá me llevó a vivir con mi tía Ania y con Ivy para poder encargarse de mi madre sin dañarme más.

Mi madre durante los juicios me culpaba de todo, que si tuviera una hija delgada, que si hubiera hecho todo lo que ella decía.

El juez entendió que ella era inestable y que no merecía tener mi custodia con esa clase de pensamientos.

Mi padre ganó mi custodia luego de unos meses de duro trabajo con el abogado de mi tío Alek.

No recuerdo la primera vez que mi madre me dijo que estaba gorda. Supongo que fue cuando tenía unos 10 años, porque es la edad que aparece en las fotos que guardo en una caja debajo de la cama. Fotos en las que salgo sonriendo con mis primas, con un vestido floreado y unos zapatos de charol. Fotos en las que se me ve feliz y normal, sin saber lo que me esperaba.

Mi madre siempre fue una mujer obsesionada con su aspecto. Se pasaba horas frente al espejo, maquillándose, peinándose, probándose ropa. Se pesaba todos los días y se medía el contorno de cintura, cadera y busto con una cinta métrica. Se sometía a todo tipo de tratamientos estéticos, desde masajes reductores hasta inyecciones de botox. Y, por supuesto, seguía una dieta estricta, basada en ensaladas, yogures y frutas.

Yo era su única hija y, por lo tanto, su proyecto más ambicioso. Quería que fuera como ella, o mejor dicho, como ella quería ser: delgada, bella y perfecta. Así que empezó a controlar lo que comía, lo que me ponía, lo que hacía. Me apuntó a clases de ballet, de piano, de inglés. Me compró ropa de marca, accesorios de moda, juguetes educativos. Y me prohibió comer dulces, fritos, pan y cualquier cosa que tuviera más calorías de las necesarias.

Al principio no le di mucha importancia. Pensaba que era normal que una madre se preocupara por la salud y el bienestar de su hija. Además, yo quería complacerla, hacerla feliz, demostrarle que era una buena niña. Así que seguí sus consejos, sus reglas, sus órdenes. Sin rechistar, sin protestar, sin cuestionar.

Pero pronto me di cuenta de que algo no iba bien. Que mi madre no estaba satisfecha conmigo, por mucho que yo hiciera. Que siempre encontraba algún defecto, alguna falta, alguna excusa para criticarme. Que nunca me decía que me quería, que estaba orgullosa de mí, que me aceptaba como era.

Empecé a sentirme mal conmigo misma. A mirarme al espejo y ver lo que mi madre veía: una niña gorda, fea e imperfecta. A compararme con las demás chicas y sentirme inferior. A tener miedo de comer y engordar más. A odiar mi cuerpo y querer cambiarlo.

Nota de la escritora:
¡¡Holi Holi!!

Creo que no he tardado tanto, pero de verdad espero disfruten de este capítulo, dónde quise explicar un poco lo que vivió Ivy, obviamente abran más partes ya sean en su niñez o su adolecentes, igual para los otros personajes.

Tomen agüita fría ya que el calor está horrible y coman bien, gracias por leer, nos veremos en el siguiente capítulo.

OX

A.D