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Un nuevo día llegaba, donde la jornada de ambas las mantenía ocupadas.

Ahora mismo Jihyo se encontraba revisando unos papeles, no era solo uno, eran varios, había una pila de ellos en su mesa, cada carpeta divida por una diferente sección, ser una CEO no es tarea fácil.

Firmaba, guardaba la carpeta y abría otra.

Así hasta que perdió la noción del tiempo, su estómago rugió, se había saltado el almuerzo con tal de terminar sus trabajos, al igual que verificar nuevas inversiones y que los papeles estuvieran en orden.

Alguien tocó la puerta.

—Pase—la menor hablo sin quitar la vista de los papeles, concentrada en su labor.

La rubia recién llegada noto que su novia seguía en la misma posición de cuando se fue.

—Jihyo, amor, deberías tomar un descanso.

La menor alzó la mirada para ver a su mayor frente a su escritorio con esa hermosa sonrisa.

—Lo siento, Shiba, necesito terminar de revisar los papeles, en una semana llegan los inversionistas.

—¿Has almorzado siquiera?

—Si, lo hice—mintio, pero su estómago no, ya que rugió por la falta de alimento, causando la risa de la rubia.

—Mentirosa, deberíamos ir a comer, vamos Hyo.

—Pero el trabaj-—la mirada de Sana le heló la sangre, suspiro y dejo su pluma en la mesa—Esta bien, comamos.

La rubia sonrió, se apoyo en la mesa y le dio un beso en la frente de Jihyo, la cual sonrió.

Ambas salieron de la oficina para ir a un restaurante cercano a comer, el favorito de ambas, donde Jihyo disfrutaría comiendo panceta de cerdo y kimchi.

Con Sana que comia y observaba con ternura el ceño fruncido de la pelinegra, su forma de decir que estaba delicioso.

Realmente le amaba demasiado, la ama con locura, que haría todo por mantener esa brillante sonrisa.

𝘿𝙤𝙡𝙘𝙚 𝙖𝙢𝙤𝙧𝙚 ➽ˢᵃʰʸᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora