sechs

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Jihyo acariciaba la cabellera de su mayor, con una gran sonrisa, viendo como dormía plácidamente sobre ella.

Pensó en que desayunaran, no tenía ganas de cocinar así que con cuidado agarro su teléfono, no quería despertar a Sana, se veía tan dulce.

Ordenó comida que llegaría en un rato, siguio deleitando su vista observando a la rubia.

Su piel ligeramente lechosa pero un poco bronceada, sus cejas bien cuidadas y sus pestañas no tan largas pero perfectas. Sus mejillas algo llenitas, eso le encantaba, le parecía tan tierno. Su nariz del tamaño perfecto dándole el toque de una diosa.

Y sus labios.

Oh dios, sus labios.

Los labios de Sana son la adicción de Jihyo, podría probarlos todo el día sin parar, esos labios eran su perdición.

Sin notarlo, la rubia se encontraba mirándola, mirando como la menor se encontraba concentrada viendo sus labios, sonrió.

Eso hizo que Jihyo saliera de su trance.

—Buenos días, Hyo.

La voz madrugadora de Minatozaki era increíble, aunque Jihyo intentaba disimular, esa voz realmente podría ponerla y no le molestaría en lo absoluto.

—Buenos días, Shiba—sonrio para seguir hablando—Pedi el desayuno, debe llegar en unos minutos, no quería cocinar hoy.

—¿Que ordenaste, cariño?

—Pedi unos magníficos waffles y hot cakes.

—Te amo tantooo—la rubia se abalanzó a los labios de la menor, iniciando un beso tierno que se fue tornando en uno intenso.

No era broma cuando Jihyo se podía poner con esa voz mañanera de su mayor.

Siguieron calentando la habitación, quitando ropa para poder sentir la piel de la otra.

Hasta que sonó el timbre, la pelinegra bufó.

—Voy a tener que ir, debe ser el desayuno—tomo la camisa de la menor, aún conservaba su pantalón de pijama, así que no tuvo problema alguno por terminar de vestirse.

—No tardes, no quiero que el repartidor vea como te hago mía.

Ambas se sonrieron, Jihyo salió para abrir la puerta del departamento.

—Buenos días...—un chico más alto que ella, pelinegro estaba con las bolsas de comida, el cual se quedó observando detenidamente a Jihyo.

—Si si, ¿Cuánto es?—ella no se daba cuenta de la mirada que el tenía sobre ella.

—Si quieres puede ser gratis, solo tienes que darme tu número, lindura—sonrio como un fanfarrón, creyéndose el tipo más atractivo del mundo.

Jihyo iba a contestarle con un insulto pero fue interrumpida.

—Amor, ¿Por qué tardas tanto?

Era Sana.

La cual se acercó, tomando a Jihyo de la cintura de manera posesiva, atrayendola a ella, mirando mal al chico, el cual abrió los ojos.

—Em...son 35,000 wons—extendio la comida.

Sana tomo la comida, le quitó a Park el dinero de la mano y se lo dio.

—Quedate con el cambio, para que busques quien te la baje—cerro la puerta—Idiota...

—No me esperaba eso, pero-

La rubia tomo el mentón de Jihyo, la beso, con hambre, con su otra mano tocando el cuerpo de la pelinegra por debajo de su playera.

Mordió su labio ligeramente, escuchando el jadeo que salió de la boca de Jihyo, sonrió engreída.

—Eres mía, Hyo, completamente mía, te haré recordarlo.

El desayuno tuvo que esperar, Sana estaba muy ocupada enseñándole a Jihyo el porque era suya.

𝘿𝙤𝙡𝙘𝙚 𝙖𝙢𝙤𝙧𝙚 ➽ˢᵃʰʸᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora