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Japón.

La tierra natal de Sana, es ahí donde pasarían su luna de miel, puesto que era temporada de sakuras y una pequeña pelinegra se encontraba emocionada por eso.

- ¿Sabes dónde es el mejor lugar para ver Sakuras, cariño? -pregunto.

La rubia se quedó pensando unos momentos, si, habían muchos lugares turísticos donde se ven los sakuras, hasta que recordó un lugar en particular.

Unos cuantos sakuras, en un pequeño parque cerca de donde vivía con su familia, no tan conocido pues no contaba con mucha atención, pero era relajado y lograbas admirar la bellezas de los pétalos rosados.

- Si, hay un lugar, te llevaré ahí -la más baja chillo emocionada, para Jihyo, era muy importante conocer dlnde había crecido su ahora esposa, quería saber cada mínimo detalle.

Aún sabiendo que Sana prefería el te verde que el de manzanilla, que si comía mucho azúcar se ponía imperativa, que sus puntos débiles era su cuello y espalda, que solía buscar abrazar algo al dormir, su amor por los perros y su fanatismo con el kpop.

Más siempre tuvo duda de algo, ¿Cómo era ella en su niñez? ¿Que gustaba de disfrutar al tener 4-5 años?

Quería conocer más y más, pues la realidad era que nunca dejas de conocer a alguien, siempre está lleno de sorpresas.

- Espero sea muy hermoso Sana, al igual que haya mucha comida deliciosa.

- En todos lados hay comida deliciosa, nena, verás que seré una buena guía.

Juntaron sus labios en un beso lento, hasta que las bocinas anunciaron el arribo al avión que las llevaría.

Sonrieron, tomaron sus maletas y con su mano libre tomaron la mano de la otra, caminando como una pareja de las películas.

Un dulce amor sacado de una película, que envidiable.

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Al llegar al hotel, Jihyo se apresuró a ir a la habitación a dejar las maletas, estaba demasiado impaciente por salir y recorrer todo, Sana solo la observaba, encontrando el parecido a un pequeño cachorro listo para salir, sonrió inconscientemente.

- ¿Estás lista, cariño?

- Claro que lo estoy, Shiba.

La rubia volteo a verla, hermosa.

La observó con detenimiento, pensando en lo jodidamente afortunada que era de tenerla, de que Park Jihyo fuera su esposa.

- Si me sigues mirando así, no querré salir.

- Mm..es una buena propuesta -se acercó, tomo de la cintura a Jihyo para juntar sus frentes- pero debemos irnos, aún hay mucho que recorrer.

Salieron, una Jihyo emocionada con una Sana admirandola.

Pasaron por varias tiendas, donde Jihyo compro pequeños recuerdos para su familia y amigos, Sana la ayudaba a escoger al igual que guiarla a otras tiendas del lugar.

El día era soleado, se sentía el leve calor, más no llegaba a agobiar.

Caminando de la mano siguieron el trayecto, probando diferentes dulces, desde helados hasta brochetas, Jihyo se sentía en el paraíso, más con la mayor a su lado, escuchando como hablaba el japonés.

- De verdad, no entendí nada de lo que dijiste, pero que sexy sonó de tu parte.

- ¿Para ti es sexy ordenar una crepa? -se burlo la rubia.

- Oh vamos, shiba, sabes a lo que me refiero.

Sana acercó su boca a la oreja de la menor, se notaba la leve diferencia de estatura, pero estaba a favor de la mayor.

- Es nuestra luna de miel, cariño, es obvio que no desaprovechare.

El tono con el que lo dijo, como chocaba su aliento contra la oreja de Jihyo, el susurro causo un cosquilleo.

La pelinegra se sonrojo, mientras Sana se alejaba con una sonrisa para seguir caminando.

- Dios...Oye, no me dejes atrás -se apresuró para tomar la mano de Sana y seguir caminando juntas.

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- Y llegamos.

El parque era pequeño, había una que otra familia disfrutando del lugar, el atardecer estaba empezando a llegar, dando una preciosa vista de los Sakuras.

Se sentaron en una banca, observando todo con sumo detalle, era un ambiente muy agradable, se sentia la vibra relajada.

- ¿Qué te parece, Hyo?

- Es hermoso, Shiba, ¿Cómo sabes de este lugar? Casi no hay personas.

- Aquí solía venir con mi familia, a disfrutar el rato, en temporada de sakuras era mejor, como ahora.

Volteo a ver a Jihyo, mirándola como solo ella sabe hacerlo, amor.

- ¿Cómo era cuando vivías aquí?

- Relajado, creo que notas mi personalidad tranquila, papá no trabajaba los fines de semana, por lo que acostumbraba a traernos a mi y a mamá aquí.

Sonrió con nostalgia.

- Jugábamos a las atrapadas, fútbol, lo que a él se le ocurriera, se encargo de darnos una buena vida.

Jihyo admiro a Sana, los ojos de rubia brillaban tras los recuerdos, se notaba el afecto que tenía por sus padres, la pelinegra se dio cuenta que la vida le obsequio alguien como la mayor, que estuviera lista para dar amor sin rechistar.

- Luego nos mudamos a Corea, así que, lo demás lo sabes, me siento feliz por ello, así pude conocer a mi linda esposa.

Tomo la manor de Jihyo para darle un beso, se miraron como si el mundo fuera a acabar, el tiempo paro y el sol iluminaba con dulzura la escena.

Jihyo se sintió feliz de saber más sobre el amor de su vida.

Sana se sintió afortunada por estar en un lugar tan preciado junto al amor de su vida.

Dulce dulce dulce.

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2023 ⏰

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𝘿𝙤𝙡𝙘𝙚 𝙖𝙢𝙤𝙧𝙚 ➽ˢᵃʰʸᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora