Voltron /Space Girl <Kidge. PidgexKeith>

No me toques, no me rompas

□ Este capítulo tiene contenido fuerte de abuso sexual, muertes y más, véalo bajo su propia responsabilidad □

Se habían infiltrado en una nave Galra para lograr robar información de prisioneros, y si el plan marchaba bien saldrían en no mucho tiempo, desafortunadamente, no todo puede salir como quisiéramos.

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Los paladines se habían infiltrado en una gran base galra dispuestos a escapar con los tantos prisioneros ahí, con el plan en mente y siguiéndolo al pie de la letra.
Hunk se dirigía al área de controles a destruir el sistema de defensa, Lance iba a distraer a los soldados galra y llevarlos al lado contrario de donde los prisioneros escaparian, Shiro se encargaría de convencerlos de seguirlos, Keith acompañaría a Pidge para cubrirla mientras ella se metía en el sistema de la nave y robaba información.
Todo iba bien, como el plan lo decía.
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Debemos conseguir un alfa para Pidge...

El paladín rojo no podía dejar de pensar en eso, su mente le da a vueltas una y otra vez.

Por desgracia ese conflicto fue el desencadenante para la desgracia.

- ¡Carajo!

Le habían disparado a Pidge por su culpa, por estar pensando en tonterías no había notado que alguien se acercaba y ahora Pidge estaba tirado en el piso.

- ¡Pidge! Mierda ¿Estás bien?

Otra vez había cometido un error, le dio la espalda al enemigo por querer acercarse a Pidge.

Ahora no solo Pidge estaba en el suelo, ahora el también estaba tirado, herido.

Cuando volvió a abrir los ojos miraba como Pidge era arrastrado por ese galra.

Intentó correr tras ellos, pero la punsada en su costado lo obligó a detenerse.

- ¡Suéltalo! ¡Suéltalo!

Y sus ojos volvieron a apagarse temporalmente.

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- Debo idear un plan para salir de aquí con esta herida.

El omega analizaba su alrededor desesperado por el encierro al que había sido sometido.

La puerta de la pequeña prisión se abrió revelando a un galra más grande de lo normal pero con apariencia un poco joven.
Sus ojos azul marino lejos de ser encantadores eran lo contrario.

- Pero miren esto de aquí, un pequeño y encantador omega.
¿Sabes? Hueles mucho mejor que los omega galra. Bueno, no es como que aún queden.
Ya tenia tiempo sin ver un omega, estás comenzando a tentarme.

El paladín verde ahora si estaba enfrentando una de las situaciones más aterradoras e incómodas.

- ¡Escúchame imbecil! Si me tocas un solo pelo te vas a arrepentir.

- Eso ya lo veremos.

El sudor frío cubría el cuerpo del más pequeño. Nunca se había sentido tan expuesto en su vida, antes había enfrentando situaciones parecida, pero siempre había alguien para ayudarle, pero ahora estaba solo, encerrado, herido y humillado.

Siempre había sentido impotencia por la injusticia que su casta cargaba, pero hoy más que nunca estaba cerca de vivir la maldad que amenazaba su a naturaleza.

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Corrían en busca de su compañero, creyendo que la tarea de encontrarlo sería imposible.

Habían encontrado a Keith tirado y tan pronto despertó puso a todos alerta.

No se hasta encontrarlo.

Estaba intentando captar su aroma para que lo guiará a Pidge más rápido, de pronto, cerca de un área oscura se vio envuelto en un olor a humedad, era como el de Pidge, pero distorsionado de una manera que ya no era agradable, lo entendió, era el olor de la frustración del omega verde.

- ¡Por aquí!

Los demás siguieron al rojo, y cuando este se paró frente a una puerta hicieron lo imposible por abrirla.

La puerta fue abierta y un olor a lluvia golpeó la nariz de los alfas, su compañero si estaba ahí, con su uniforme de guerrero tirado por toda la celda y poca ropa encima, casi completamente expuesto.

Estaba siendo sometido por un alfa sobre su espalda, la mirada de miedo del omega estaba convinada con coraje, frustración y... humillación.

No necesitaron más, actuaron en base al repudio que sintieron por el alfa que se atrevió a tocar a su amigo.

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Despertó mientras corrían al castillo, estaba en los brazos de alguien, Keith, el la llevaba, volvió a cerrar los ojos y los abrió minutos después cuando estaba en el castillo.

Se desprendió de los brazos de su compañero rojo, se dejó caer al suelo sentado y dejó que sus brazos lo abrazaran a sí mismo.

Silencio, y las miradas de sus compañeros sobre el.
Odiaba la lástima, no la quería, solo quería su dignidad de vuelta.

- Pidge...

Shiro se acercó a ella, y ella lo permitió, dejó que el se agachara hasta estar frente a frente.

- ¿Qué pasó? ¿Hizo algo más que tocarte? El...

- ¡No! No te atrevas a decirlo.  No te atrevas a verme de esa manera, no me mires con lástima, ni ti ni ninguno de ustedes.
¡¿Qué más da si hizo algo más que tocarme?! Mi dignidad ya fue arrebatada de todas formas.

Shiro lo vio al estar cerca.
Pidge era omega, pero su figura era anormalmente femenina, el no tenía la intención de ver de más, pero su pica ropa hizo notorio su busto que siempre había sido escondido por vendas y ropa muy holgada.

- Si, lo sé, se lo que estás viendo.

Pidge se levantó y alzó la mirada con coraje frente a sus compañeros, mostrando sin pudor lo que escondía.

- Soy una mujer.

La sala quedó en silencio. Allura y Koran que miraban desde la entrada de la habitación también quedaron perplejos.

La omega se retiró de la sala sin decir más.

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Fueron reunidos más tarde con Pidge lista para hablar con la verdad, con todos frente a ella esperando una respuesta.

- Mi verdadero nombre es Katie Holt...
Y me gustaría explicar que mi intención no era engañarlos siempre, pero, entre más cercanos nos hacíamos y ustedes tomándome como un hombre, no supe que hacer, como decirles, como revelar algo así cuando yo misma me sentía avergonzada de mostrarme como realmente soy, como decirles que todo esté tiempo no tuve pene, sino una vagina.

- ¡¿Todo este tiempo me estuviste viendo hacer pipí? Digo, entramos a las regaderas y vestidores, tu ¿nos veaias?

- Si y no, la verdad siempre fue incomodo, solo desviaba la vista para no ver más de lo necesario.

- Eso explica porque no te gustan las mujeres, no eres gay, bueno, porque en realidad no eres hombre, solo eres una chica y te gustan los hombres.

¿Qué?...

- Un momento, Pidge, no te juzgamos, entendemos tu situación, pero, si mentiste sobre quien era, imagino que porque ya te conocían en el cuartel ¿Cuántos años tienes en realidad?

La pregunta heló la sangre de Keith, eso sí que era importante, Shiro hizo una buena pregunta y el más que nada quería saber la respuesta.

- Tengo... 15 años.

Ahora si ya no sabia que hacer.