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La camisa y los pantalones eran tan grandes que abarcaban todo el sofá individual.


-¿Qué es esto? -preguntó Inglaterra- ¿Acaso quieres vestir a un elefante?

-No no no, mon ami. Solo intento ser precavido. El objetivo de hoy es que pruebes todo tipo de comida, mientras más sabores pruebes, mejor. Así que por eso pase la noche en vela haciendo para tí esta ropa.

-Es enorme...

-Lo sé, pero eso significa que tendrás mucho espacio extra y no correrás el riesgo de romper tu traje. Podrás comer libre de preocupaciones. ¡Vamos, no perdamos más el tiempo!


Francia hizo que Inglaterra vistiera la ropa. Ciertamente le queda demasiado suelta, pero Francia se las arregló para que esto no fuese tan evidente. La tela era suave a la piel, podía sentir que era de tan buena calidad que no se rompería con facilidad, al igual que los pantalones.

Inglaterra estaba algo intrigado en por qué Francia se tomaría el tiempo de hacer algo así para él. Incluso le había logrado conseguir un cinturón suficientemente grande para cerrarle y no en el último agujero.

Pensó que quizás el motivo de la ropa era el restaurante, pues era un buffet internacional donde se reúnen los hombres de negocios o los políticos a cenar mientras discuten temas relacionados a su trabajo.

Eso justificaba el traje, pues pensándolo de esa forma, todos los que asisten a ese lugar suelen ir bien vestidos. Además era posible que se encontrarán con alguien a quien conocieran, así que sería vergonzoso ir con la barriga a la vista de todos.

Sin embargo cuando llegaron al restaurante, Inglaterra no pudo evitar cuestionarse nuevamente por las acciones de Francia al ver que pagó las dos ridículamente caras entradas al buffet.


-Hey... ¿estás seguro de esto? Podemos ir a un lugar menos costoso...

-Tonterías, ningún otro lugar tendrá tanta variedad de comida ni de tan excelente calidad como este. Además, no te preocupes por el dinero, solo estoy haciendo una inversión a largo plazo.


Francia le mostró una gran sonrisa mientras le daba palmaditas en la barriga. Esta respuesta lo dejó confundido, sin embargo, como siempre lo había considerado como un sujeto extraño, decidió no darle importancia.

Tomaron asiento en una mesa retirada, donde no fueran vistos tan fácilmente para que Inglaterra pudiera comer sin avergonzarse por las miradas de otros. Una vez que se hubo sentado no volvió a ponerse de pie, pues Francia se encargó de traerle la comida.

Al comienzo se sentía reacio, pues a pesar de haberse acostumbrado a comer en grandes cantidades, era la primera vez que lo hacía en un lugar público. Francia sabía que por el bien de su futuro negocio de clases de cocina, tenía que hacerlo comer, por ello lo motivó a dar el primer bocado.


-Japón es un muy buen amigo tuyo, ¿cierto? -dijo colocando un plato enfrente suyo- Porqué no empiezas probando su comida, quizás en un futuro puedas prepararla para él. Esto es llamado "Takoyaki", vamos, pruébalo.


Aún reacio, tomó una de las bolitas del plato y la llevó a su boca. 

Por fuera la masa estaba ligeramente tostada, pero era suave y cálida en el interior. No sabía qué era lo que tenía en el exterior, pero se mezclaba a la perfección con el trozo de pulpo en su interior.

Era delicioso. Necesitaba probarlo de nuevo.

En cuanto Francia vió como el takoyaki rápidamente comenzaba a desaparecer del plato, supo que había despertado el lado glotón de su acompañante. Debía aprovechar el momento, así que no dejo de correr de un lado a otro trayendo comida y más comida.

Inglaterra estaba tan inmerso en probar todo lo que Francia ponía enfrente suyo que olvidó por completo sus modales. No le importaba usar las manos, ni liberar estruendosos eructos, pues también se había olvidado de su preocupación por que alguien lo vieran así.

Comió, comió y comió. Sentía su barriga llenarse y expandirse, pero tal como Francia había previsto, la ropa solamente dejaba de quedarle menos suelta.


–¿Ya...*burp*... terminamos? -preguntó Inglaterra recuperando el aliento y reclinándose en su asiento.


Sus papilas gustativas ya habían recorrido la gastronomía de toda Europa y Asia, pero aún tenía suficiente espacio en su traje. El único problema era que el espacio entre su barriga y la mesa se reducía, así como la capacidad de su estómago.

Miro la enorme pila de platos sobre la mesa y luego deslizó las manos sobre su barriga. Estaba dura y el cinturón comenzaba a apretarle. Si seguía así no podría pararse de la mesa después.


-No puedo más... -suspiró

-Espero no hables en serio -respondió Francia- La siguiente ronda es la comida de tu querido América. ¿No pensarás irte sin probarla, cierto? Ya te lo dije, si quieres cocinar algo que a América le guste, deberás primero probar lo que a América le gusta.


Nuevamente se sentía reacio, pero no podía negarse ante el razonamiento de su maestro. Sin embargo, en cuanto vio la comida que Francia colocaba enfrente suyo comenzó a dudar en continuar.


-¿Por qué diablos la comida de América tiene que ser tan grande? -pensó.


Como siempre, pensó en América para tomar valor.

"¡Es deliciosa! No puedo creer que cocines mi comida mejor que yo"

Imagino a América diciendo esas palabras y tomando una pieza de pollo frito de dió el bocado más grande que le fue posible.

CLASES DE COCINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora