Inglaterra tocó su barriga.
Jamás imaginó verla así.
Ya no podía llamar a América gordo cuando su barriga era del tamaño de la de una mujer embarazada.
Vistió su suéter, el cual apenas podía cubrir por completo su barriga.
-Quizás deba parar con estás lecciones... -pensó sujetando su barriga.
En ese momento, el rostro de América vino a su mente.
"¡Wow! ¡Es lo más delicioso que he probado!"
"Tu comida es la mejor"
"¡Hiciste un gran trabajo!"
"¡Es tan deliciosa que no puedo parar!"
Imaginar a América diciendo aquellas palabras le hacía sonrojarse de la felicidad, pero si quería escucharlas de verdad, entonces no debía detenerse ahora.
¿Que importaban unos cuantos kilos de más cuando su deseo de que su comida fuera halagada por América estaba cada día más cerca de hacerse realidad?
-Seguro que América terminará con una barriga el doble de grande que la mía cuando no pueda parar de comer mi comida -dijo orgulloso.
Una vez decidido que nada le impediría alcanzar su objetivo, Inglaterra salió de su habitación y se dirigió a la cocina.
Debía apresurarse, Francia vendría por la tarde a evaluar su progreso.
Su comida aún no era tan buena, pero estaba seguro que con los postres podría obtener buenos comentarios.
En un pedazo de papel enlisto todos los postres que conocía para tratar de decidir cuales debía hacer. Lo pensó por varios minutos, pero como era difícil escoger uno solo, decidió que prepararía cuantos le fuera posible antes de que Francia llegara.
Comenzó con un pastel de zanahoria, luego siguió con unas galletas, un pastel de chocolate y otro de fresas.
Gracias a la constante práctica preparar todo eso no fue difícil en lo absoluto, por lo que aún tenía algo de tiempo antes de que llegará Francia.
Quería hacer algo que lo sorprendiera, algo que dejará a Francia sin palabras.
¿Croissants?¿Macarons?
No, si llegaba a equivocarse al preparar alguno de ellos, Francia renunciaría a seguir enseñándole. Debía ser algo, con lo que pudiera correr el riesgo de equivocarse, pero lo suficientemente bueno para ser admirado.
Tras pensarlo unos minutos finalmente se decidió.
Profiteroles.
Siempre le había parecido adorables, panecillos redondos y llenos de una crema dulce.
Tras tener listo los panes, comenzó a preparar la crema que podría en su interior.
Como de costumbre había horneado una gran cantidad de panecillos, así que decidió usar el tazón más grande que tenía para la enorme cantidad de crema que debía preparar.
Tras unos minutos la crema estaba lista. Colocó el tazón sobre la mesa y orgulloso observó el resultado.
La crema se veía perfecta, tanto el color como la textura eran mejor de lo esperaba. Pensó entonces que sería una lástima que el sabor no fuera el deseado, así que debería probarla con el fin de estar seguro antes de colocarla en los panes.
Con la punta de uno de sus dedos tomó un poco de ella y lentamente la llevó hasta su boca.
Sus ojos brillaron de felicidad. No podía creer que él había logrado preparar algo tan delicioso.
Las clases habían dado resultado, pues nunca en su vida creyó comer algo tan delicioso que fuera preparado por sus propias manos. Incluso se atrevía a decir que esa crema era mil veces más deliciosa que la de Francia.
Rápidamente buscó una cuchara, debía probarla de nuevo y asegurarse que no había sido un producto de su imaginación.
Tomando cuánto le fue posible con la cuchara, la llevó hasta su boca.
Estaba en el cielo.
Era una experiencia totalmente nueva y alucinante sentir la crema cubriendo su lengua. Quería más y no podía detenerse. Cucharada a cucharada llevaba la crema hasta su boca. En un punto, sintió que la cuchara no era suficiente, así que dejándola a un lado, levantó el tazón con ambas manos y lo llevó hasta su boca.
Irresistible
Dulce
Delicioso
No podía pensar en nada que no fuera llenar su boca con toda la crema.
Colocando el tazón nuevamente sobre la mesa, liberó un eructo mientras tomaba nuevamente la cuchara para limpiar los restos de crema en el tazón.
-Maldición... -pensó frotando su hinchado estómago al ver que el tazón estaba completamente vació- Ahora tendré que preparar más...
Nuevamente comenzó a preparar la crema y cuando estaba lista se detuvo a pensar si debía probarla.
Sabía que sería imposible contenerse a comerla toda nuevamente si esta estaba tan deliciosa como la anterior. Por otro lado, si no la probaba no estaría seguro de que tuviera buen sabor.
-De acuerdo... -pensó- Solo una cucharada...
Tomando la cuchara, la llenó de crema y cerrando los ojos la llevó hasta su boca.
¿El resultado?
Perfecta.
Lo sabía. No podía resistirse.
De inmediato soltó la cuchara y llevó el tazón hasta sus labios.
La crema impregnaba su boca de un sabor dulce y luego se deslizaba suavemente por su garganta encaminado a su estómago. Podía sentir el cada vez más ajustado suéter dejando al descubierto la parte inferior de su barriga.
Una vez que el tazón estuvo nuevamente vacío, colocó el tazón sobre la mesa y tras un fuerte eructo, respiro hondamente recuperando el aliento.
Dirigió la vista a su barriga. No quería romper sus pantalones, así que los desabotonó para que no siguieran presionando su barriga. No podía ver la parte inferior de esta pero sabía que su suéter ya no podía cubrirla en lo absoluto.
Con ayuda de sus manos levantó su barriga permitiéndole descansar sobre la mesa. Dos enormes tazones de crema estaban almacenadas en su interior y a pesar de ello sentía que podía manejar sin dificultad un tercero.
-¿Qué me sucede? -se dijo- Nunca antes me había permitido llegar a esto... Bueno... Nunca antes había probado algo tan bueno e irresistible... Pensar que lo hice yo es...
Inglaterra miró su barriga. Era algo grande, pero no era como si no pudiera moverse debido a ella. Además, al pensar nuevamente en América elogiando sus profiteroles le hacía sentir que todo valía la pena.
Entonces pensó, en que si la práctica le había ayudado a obtener tan delicioso resultado, entonces la práctica podría hacerlo aún mejor.
-Así es -dijo- No prepararé otro tazón porque quiera comerlo, será como práctica... Sí, mientras más practique mejor sabor tendrá.
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CLASES DE COCINA
FanficA Inglaterra siempre le ha gustado cocinar, pero nunca ha recibido halagos por su comida, pero su mayor deseo es que América la elogie. Con el objetivo de lograr esto último, termina pidiéndole a Francia que le de clases de cocina en secreto. Sin em...