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Aun cuando Francia no pudo ganar dinero dando clases de cocina, si pudo hacerlo por medio de las nuevas habilidades de cocina de Inglaterra.

Poco a poco se la había ingeniado para que las demás naciones probarán más de su comida y al igual que él, después de un tiempo no podían parar de desear querer comer más.

Así, Francia actuaba como un intermediario entre Inglaterra y los demás, llevaba un registro de los pedidos, administraba tanto el tiempo como los gastos y por supuesto, cobraba una considerable comisión de la ganancia.

Inglaterra por su parte, no mostraba interés en el dinero, pues disfrutaba de ver a todos comiendo alegremente todo lo que él preparaba y los elogios que recibía eran para él lo más valioso que recibía a cambio.

No pasó mucho tiempo hasta que todos comenzaron a notar cambios en su cuerpo y temiendo que el rechazo al peso extra afectará su negocio, Francia decidió emprender un nuevo negocio de elgente y a la moda ropa extra grande y extra elástica que terminó siendo tan exitoso como el anterior.

Todo marchaba bien y si había algo de que quejarse era que la sala usada para la reunión de naciones últimamente se sentía demasiado chica. En gran parte se debía a la reciente necesidad de agregar sillas.


-Mmm... quizás debería comenzar a vender sillas también -pensó Francia.


Como todo hombre de negocios, comenzaba a ver la necesidad como una oportunidad para ganar dinero. Así que tomando su libreta comenzó a llevar un registro sobre las sillas en la sala y sus ocupantes.


-Veamos, las naciones más reacias a ganar peso aún ocupan una sola silla como Japón o Alemania, pero sus barrigas están casi listas para hacerlos necesitar un par de mis pantalones. Debo convencerlos de comer más...


Tomando nota de ello, Francia pasó a los que ya ocupaban dos sillas que eran la gran mayoría. Finalmente pasó a sus clientes preferidos que comenzaban a ocupar tres sillas.


-Veamos... Italia... Rusia... Finlandia... Oh, vaya, dentro de unas cuantas semanas este último necesitará cuatro sillas, bueno, eso si aun puede ponerse de pie... No puedo creer que en tan poco tiempo esté casi tan gordo como América. No, no, no, que estoy diciendo, no hay manera en que puedan estar del mismo tamaño. La barriga del tierno Fin apenas es la mitad o quizás menos del tamaño de la de América.


Comenzando con los planes para su nuevo negocio, Francia empezó a hacer cuenta de la cantidad de sillas. Sin embargo, algo fallaba en sus cálculos.


-¡Oh, que tonto soy! -exclamó golpeando su frente- Olvide contarme a mí mismo.


Francia agregó su nombre en la lista y a un costado anotó "2 sillas", pero un leve crujido le hizo tacharlo y escribir en su lugar "3 sillas".

Al terminar la reunión Francia se dirigió en búsqueda de Inglaterra con una nueva lista de pedidos para las otras naciones.


-Merde... -dijo al ver que su barriga y su trasero le dificultaban salir de su auto- Debo comprar un auto más grande.


Tras unos minutos finalmente pudo bajar, recuperó el aliento y se encaminó hacia la puerta. 

Llamó varias veces, más no obtuvo respuesta. Pensó que como en ocasiones anteriores, Inglaterra estaría dormido tras tanto comer en el sofá o a un costado de América, o quizás estaba tan ocupado cocinando que no escuchaba el timbre de la puerta.

Debido a ello, Francia había sacado una réplica de la llave, para poder entrar cuando quisiera, como en esta ocasión.

En cuanto entró, escuchó un ruido proveniente de otra habitación y lo siguió. Asomó la cabeza por la puerta y vió a América profundamente dormido. Su cuerpo era enorme, estaba tan gordo que abarcaba toda la cama en la que llevaba recostado semanas pues era demasiado pesado como para ponerse de pie.

El ruido que había escuchado, no era otro más que la barriga de América, quien además hablaba dormido.


-Tus hamburguesas son deliciosas Iggy... creo que comeré 20 más... Debo cuidar mi figura, así que 15 litros de helado serán suficiente como postre... bueno, un pastel o dos no hará daño...

-Cuidar su figura -rió Francia- Descuida América, no importa cuanto comas seguirás siendo un perfecto círculo...


Francia cerró la puerta y retomó su búsqueda. Ahora que sabía no estaba dormido junto a América, solo quedaban dos lugares para buscar a Inglaterra. Tras un rápido vistazo al sofá, solo faltaba revisar la cocina.

Sin embargo, si Inglaterra estaba en la cocina, le parecía raro no percibir ningún aroma o sonido proviniendo de ella.


-Quizás habrá salido -pensó Francia- Pero de todas formas daré un vistazo.


Francia camino hacia la cocina e intentó abrir la puerta, pero algo la bloqueaba del otro lado.


-Qué extraño...


Francia volvió a intentar abrir la puerta y esta vez le pareció escuchar levemente algo similar a un quejido.

Sujetando con ambas manos la puerta, Francia empujó con fuerza poniendo todo su peso contra la puerta.

*BUUUUUUUUUUURRRRRRPPPPPPP*

Logrando que la puerta se abriera lo suficiente como para asomar su cabeza, fue recibido con por un estruendoso eructo.


-¡¡¡C-c-c-cejas grandes!!!


Francia quedó atónito. Aquello que bloqueaba la puerta no era más que la enorme e hinchada barriga del propio Inglaterra.


-Mince alors! ¿Cómo fue que-

-Ugh! *BURRRRPPPPP* ugh...


Mientras Francia intentaba abrirse paso, la puerta chocaba contra la barriga. Inglaterra, que se encontraba casi inconsciente, solo eructaba y se quejaba del dolor.

Dándose por vencido, Francia se dirigió a la sala de estar, pues tanto esfuerzo le había dejado agotado. Se recostó en el sofá mirando al techo y maldiciendo a Inglaterra fue vencido por el sueño.

CLASES DE COCINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora