Lección IX: Artes amatorias

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Contempló el autobús escolar alejándose por la calle, hasta que se perdió al doblar en la esquina

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Contempló el autobús escolar alejándose por la calle, hasta que se perdió al doblar en la esquina. Por lo que bajó su mano, ya que su despedida no podía ser vista. A pesar de que habían pasado algunos años, aún no se cansaba de esa dinámica, de ver a su hija adoptiva irse al colegio.

Era momento de irse al trabajo, sino llegaría tarde.

— Espera Yor

La fémina giró, encontrándose a Loid Forger cruzando la calle y llegando a su lado, con una bolsa de almuerzo entre sus manos. Se la ofreció, con la sonrisa particular que le representaba. Yor se sonrojó ante ese hecho, porque el verlo a la cara aquel día, después de lo que había pasado la noche anterior...despertaba intensamente sus recuerdos. Los orbes carmesí se dirigieron hacia los labios curvados. Su corazón latió fuertemente, al recordar su textura.

—No te olvides de esto. —Le ofreció la bolsa con su almuerzo. —¿Hoy sales tarde no?

Ella simplemente asintió, tenía una misión de la cual ocuparse.

—Gracias Loid-san. —Él siempre era atento con sus cosas, recordando todo lo que le decía.

Caminaron por la calle, hacía la dirección donde sus trabajos estaban, al menos las pocas esquinas que compartían antes de separarse. Su corazón se hinchó aún más, no podía pedir un mejor esposo que él. Loid se acercó sorpresivamente, y pegó sus labios en su frente, en un gesto delicado y cálido. Un beso sobreprotector. Ella se quedó quieta ante el gesto del hombre y su rostro enrojeció estridentemente, sus labios temblaron nerviosos.

—Te esperaré en casa,

—No tienes que hacerlo. —Agregó Yor sin saber a qué hora llegaría en específico.

No solía llegar a altas horas de la noche, pero considerando que al día siguiente iban a ir al trabajo, no quería dañar la rutina que el hombre tenía desde que ella lo conocía. Él acarició su rostro, observándola fijamente a los ojos.

—Quiero hacerlo.

Yo no pudo decir nada al respecto y simplemente terminó asintiendo. Hasta que llegaron a la esquina que bifurcaba su camino para separarse. Yor aún podía sentir esa sensación cálida de la noche anterior, desde aquella lección sobre los besos. Para sorpresa suya Loid se inclinó y le dio un rápido beso en los labios, fugaz pero delicado que alteró su corazón.

Un beso, aquella demostración de amor que tantas veces había visto.

Desde temprana edad ella había visto esas demostraciones de afecto, desde personas en la calle a las películas que solía ver cuando su madre aún vivía. En ese entonces a Yor nada de eso le había importado. Prefería ver las películas de acción con su hermano donde la sangre corría y no prestaba suficiente atención al romance que venía de por medio. Siempre le había parecido tan irreal, algo que no se imaginaba a sí misma haciendo o deseando. Con el paso del tiempo y su hermano como su prioridad, el hecho de un romance y mucho menos esas demostraciones de afecto, le parecían más irrelevantes. No tenían nada que ver con su trabajo de asesina. Aun cuando se había casado, jamás había pensado en eso.

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