No había nada que pudiera sorprender a Loid después de su larga carrera de espía. Pero la conmoción total lo llenó cuando Yor enfrente suyo, con las mejillas sonrojadas y cerrando los ojos le hizo la petición más extraña de su vida.
"¡Enséñame a ser...
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Sus parpados se abrieron lentamente, con cierta pesadez, por lo que volvieron a cerrarse de nuevo. Bostezó sin evitarlo y eso fue el impulso para despertarse y entrar en razón de donde estaba. Su respiración se quedó atorada cuando vio el rostro masculino cerca suyo.
Loid Forger dormía plácidamente a su lado.
Su cabello rubio despeinado, diferente a como lo usaba en casa. Aquellos océanos profundos ocultos por sus parpados y sus largas pestañas rubias. Sus labios delgados en una línea, tan diferentes a como estaba despierto, con una sonrisa. Era tan atractivo aun durmiendo, se veía...tan tranquilo, que Yor no estaba segura de que manera le gustaba más. De cualquier forma parecía tan perfecto. Tanto que parecía irreal que estuviera enfrente suyo.
Con las mejillas sonrojadas de anhelo se llevó la mano hacia sus labios, Yor visualizó aquellos labios que la habían probado la noche anterior. ¿Acaso había sido un sueño? Se había sentido tan real, el sabor de los labios masculinos sobre los suyos...a pesar de que había sido tan torpe. Yor anhelaba volver a sentirlos, comprobar que ese sabor no había sido un sueño o una jugada cruel de su subconsciente. Impulsada por ese sentimiento, estiró los dedos hasta tocar los masculinos que estaban tan cerca, en el anonimato del sueño del Forger. Eran suaves y cálidos.
Un sonido la alertó girando en la cama cuidadosamente, maldiciendo no tener su daga cerca, pero se detuvo al ver a Yuri espiando por la puerta, con esa mirada severa de desconfianza y de odio. Al ser descubierto, simplemente dio media vuelta y cerró la puerta. Yor se aseguró de levantarse, con cuidado de no perturbar el sueño de Loid y salió de la habitación.
Una vez fuera vio a su hermano con su ropa ya puesta y dando vueltas en la sala de la casa. Parecía realmente perturbado.
—Yuri ¿qué sucede?
Su hermano la observó con el rostro totalmente afligido, sintiéndose como un león enjaulado. La lluvia de la noche pasada había sido una total excusa para Yuri de poder quedarse en la residencia Forger, ver los fallos de Lottie y convencer a su hermana a la mañana siguiente de irse juntos, abandonando a ese hombre y su hija chihuahua. Pero... nada parecía ir como se lo proponía. Más cuando al espiar a Yor con ese tipo, los encontró en la cama muy cerca y a su hermana a punto de besarlo.
Se sentía tan enfermo de que su matrimonio parecía ser...bueno y que su hermana parecía tan feliz a su lado. Tan enamorada ¡Pero se negaba a admitirlo!
—¡Tengo que irme!
—Pero ¿no quieres desayunar algo?
—No, no, me iré ya.
Yuri se dirigió a la puerta, listo para irse pero pronto regresó sobre sus pasos, colocando las manos en los hombros de su hermana, mirándola con adoración.
—Si él te hace algo, no dudes en decírmelo y me encargaré. —Su mirada se oscureció un momento.
Yor sonrió ante la preocupación de su hermano y asintió.
