Lección XI. Como seducir a tu esposo.

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El teléfono sonó e instintivamente lo descolgó, llevándoselo al oído y escuchando la voz, hasta que simplemente terminó colgando

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El teléfono sonó e instintivamente lo descolgó, llevándoselo al oído y escuchando la voz, hasta que simplemente terminó colgando. Terminó de tomar su café y leer el periódico antes de bajarlo.

Se levantó de la mesa, debía irse un poco antes, Silvia lo necesitaba, por lo que se levantó, dejando su taza en la mesa y el periódico doblado. Contemplo a Yor terminando de peinar a Anya con aquellos prendedores que tanto le gustaba usar.

—Me adelantaré.

La mujer dejó su tarea y se acercó hacía Loid que estaba por irse, solo estaba poniéndose el saco. Yor le sonrió y le ofreció su almuerzo. Había quedado un poco de comida de la cena de ayer y se aseguró de empacarlo para que él pudiera comerlo en su descanso.

—No te olvides de esto, debes comer adecuadamente. —Sonrió, a fin de cuentas él era el que siempre le preparaba de comer y ella realmente se estaba esforzando esa vez —Suerte en tu día.

Loid la miró confundido de su actuar, considerando lo que había sucedido ayer, ella se había metido a tallarle la espalda y de alguna manera el aire era tan pesado entre ellos, la tensión tan presente y sus manos tan cálidas. Por suerte fueron interrumpidos o Loid no sabía que era lo que hubiera hecho. Y ahora ¿ella le preparaba el almuerzo? Podía verla sonreír con ese sonrojo normal en sus labios, ella realmente estaba haciendo esas cosas demasiado bien, la esperanza aleteando en su pecho.

—Me iré ahora.

Él tomó su almuerzo y se inclinó, besándola en los labios como si fuera lo más natural del mundo. Una descarga sacudió ambos cuerpos y Loid se alejó, le sonrió y salió de la casa. Aunque una vez afuera se quedó completamente quiero ¿por qué había hecho eso? Simplemente lo había sentido, además de querer hacerlo y lo hizo. Sin pensar, sin analizar, sin nada. Su corazón latiendo fuertemente ante ese gesto impulsivo. Cuando logró calmarse, salió de ahí.

No tenía ni idea de qué hacer con Yor, con aquel sentimiento demoledor que provocaba en ella y la tensión que parecía incrementados más intensamente.

Por su parte, Yor se quedó quieta, con el rostro sonrojado, su corazón enloquecido y totalmente perpleja. Tuvo que apoyarse de la pared para no caer al suelo y sus dedos viajaron a sus labios, con una torpe sonrisa. Recordando a sus amigas hablar sobre que debían despedir y recibir a sus esposos con un beso. Lo cual la convertía a ella en una esposa real para Loid. Y él podía sentirlo al hacer ese tipo de cosas.

Sonrió pensando que solo era necesario una última cosa.


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