Capitulo 5.

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Gran Premio de Canadá

Checo se burló de sí mismo cuando la música que reproducía en sus audífonos pasaba de Bad Bunny a José José. Había salido a correr desde muy temprano esa mañana y ahora lo único que quería era pasear un rato por la ciudad.

Después de lo que pasó entre él y Max en Mónaco, no se dirigieron la palabra hasta España. Donde Sergio se sentía como un pez bajo el agua rodeado de tanto amor hispano. Esto mismo provocó que a pesar de comenzar onceavo quedara en segundo lugar en la carrera, detrás de su compañero y delante de Hamilton.

El cool down fue de lo más incómodo, y empeoró cuando Lewis le quitó la gorra de Pirelli al mexicano y le desordenó el pelo mientras lo felicitaba. Esto provocó que Max asesinara con la mirada al británico, pero cuando Hamilton le volvió a poner la gorra a su pequeño azteca decidió que era suficiente y se atravesó entre ellos rompiendo el momento con la excusa de que necesitaba tomar su agua. Verstappen sonrió con satisfacción cuando en el podio celebraba con Checo otro 1-2, y su sonrisa fue dirigida solo a él.

Así que ahora en Montreal todo pareció volver a la normalidad. Se saludaban cada que se encontraban, se daban la mano después de las prácticas y cumplían con sus tiempos de marketing como era usual. Pero había algo diferente en la actitud de Max, y Checo no podía evitar notarlo. El holandés lo tocaba más de lo usual, trataba de tener su atención por mayor tiempo y su mirada no se despegaba de él desde que entraba a su garaje.

Pérez entró al hotel deseando los buenos días a las personas de recepción, dispuesto a tomar una ducha y dormir hasta medio día. Entró al elevador y subió unos cuantos pisos antes de detenerse nuevamente, entre las puertas apareció un adormilado Max que le sonrió de manera coqueta. Checo pudo notar que Max no se había percatado de que todavía traía pijama hasta ese momento, provocando un tierno sonrojo en el joven.

-¿Mañana tranquila?

- Quisiera, en la madrugada Alex me llamó porque no podía dormir y tuve que lidiar con él toda la noche.- El mexicano rió y Max se sintió decidido a ver esa sonrisa todas las mañanas, por lo que actuó. - ¿Puedo desayunar contigo hoy? Me hace falta tu compañía.

-Claro, solo me daré un baño rápido y bajo.- responde todavía sonriendo.

-Genial, te veo en el lobby.- Tomó su hombro y dio un apretón antes de salir del elevador.

Aunque tenía un enorme cansancio, se bañó lo más rápido posible. Tal vez tardó más tiempo acomodando su cabello para que quedara perfecto antes de arruinarlo al esconderlo bajo su gorra, optó por dejarla en el hotel y luego mandar a Xavi por ella cuando Alice le reclamara. Al bajar vio a Max, quien ahora parecía fresco como una lechuga, esperándolo con ansias. Lo guió hacia su carro y se negó a decirle a dónde iban cuando el mexicano preguntó curioso.

-¿Quieres poner algo de música?- pregunta colocándose el cinturón listo para arrancar.

-¿Te gusta la de a dónde chingados vamos? - Max soltó una risa sonora.

-Tú confía. - se detuvo en el semáforo y lo volteó a ver.- Mejor yo pongo la música.

-Claro que no, esa es mi responsabilidad como copiloto.- presionó algunos botones y comenzó a sonar una música pop chillona en inglés que hizo que los dos pilotos se vieran mientras negaban divertidos. El mexicano saltó la canción, reproduciendo música latina.

Max sonrió con calidez cuando notó el cambio en el semblante de Checo, quien parecía estresado por encontrar la canción perfecta hasta ese momento. El moreno comenzó a tararear en voz baja el inicio de "Color esperanza", poniendo más sentido a medida que avanzaba la canción. El más joven solo escuchaba y aprovechaba las pausas en la carretera para mirar a su compañero en una etapa que poco conocía del mexicano: suelto, apasionado, contento y casi bailarín. Normalmente eso sólo pasaba después de unos cuantos tragos, según Carlos, sacaba su sazón latino cuando lo despertaba con tequila.

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