Capitulo 13.

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El sol brillaba sobre las playas de Cancún cuando Sergio y sus hijos llegaron al paradisíaco destino.

Se habían encontrado con Max y Penélope a la hora del desayuno, y ahora, mientras los pequeños correteaban por la arena junto al neerlandés, Sergio se sumergía en sus pensamientos, intentando poner en orden el torbellino emocional que lo invadía.

¿Había sido precipitado pedirle el divorcio a Carola? Muy probablemente si. En especial porque este mundo de fantasía y amor en el que se encontraba sumergido parecía derrumbarse en cualquier momento.

Se siente estúpido por un momento. ¿Qué esperaba? ¿Qué Carola aceptara con felicidad su relación con Max? Era absurdo. Una vida futura con sus dos hijos y el neerlandés era imposible.

Si tan solo lo hubiera conocido antes que a Carola. Probablemente conseguirían una de esas actrices que sirven como tapones de la sexualidad de famosos y serían una pareja formal en la oscuridad de su habitación.

O si alguno de ellos fuera una mujer. Probablemente pudieran hasta casarse. Ríe amargamente imaginando la cara de la prensa si un día llegaran tomados de la mano. Slim lo mataría.

Era absurdo pensar en escenarios que nunca sucederán. La realidad es que sería un total problema si entraran en una relación formal. Y no había sentido en molestarse por eso porque nunca iba a pasar.

Su mente se despeja al escuchar un grito de su hija. No es de miedo o desesperación, es un grito de enojo. Busca a la niña en la arena, están todos construyendo un castillo, pero su hija parece realmente molesta. No cae en cuenta de qué está pasando, así que decide correr hacia ellos en cuanto observa a Carlota arrebatándole su cubeta a Max mientras le grita en español que se largue.

Sergio llega y toma la mano de su hija antes de que esta le aviente arena en la cara al pobre neerlandés.

-¡Carlota Pérez! ¿Qué te pasa señorita?

-¡Que se vaya! ¡Ya dile que se vaya y nos deje en paz, papá! - Sergio toma a su hija entre sus brazos, la lleva a su camastro para que pueda tranquilizarse en la orilla y cuando la ve lista, decide hablar.

-¿Por qué eres grosera con Max, Carlota? Yo no te enseñé a tratar así a la gente, muñeca. - la pequeña desvió la mirada de los ojos de su padre, sintiendo las lágrimas de rabia llenar sus ojos. - Puedes decírmelo, princesa. Y si no te gusta convivir con Max no te voy a obligar.

Su hija finalmente lo voltea a ver y se lanza hacia sus brazos, dejando el llanto caer.

-Mami dice que nos vas a abandonar para estar con Max.

Sergio no podía creer lo que escuchaba. ¿Carola les decía eso a sus hijos? ¿Desde cuándo?

- Ella dijo que Max no quiere que seamos una familia. - su niña se separa ligeramente de él y Checo trata de esconder sus expresiones. - ¿Max es más bonito que yo? ¿O por qué lo prefieres?

-No hay alguien en este universo que sea mejor que mi princesa. - la abraza aún más fuerte - No te cambiaría por Max ni por nadie, mi amor. Tú mamá dijo eso como broma, pero Max no nos va a separar. Él es mi amigo, pero tu hermano y tú son mi más grande tesoro.

-¿Entonces Max sí nos quiere?

-¡Claro que sí! Estaba muy emocionado por conocerlos y que ustedes puedan llevarse bien con P era su ilusión.

-Pero no me vas a cambiar por P tampoco, ¿Verdad?

-No, princesa. Nadie podría reemplazarte, piénsalo como que hacemos más grande la familia.

-¿Max y P van a ser parte de la familia? - tal vez Sergio había hablado de más. Aun así respira y piensa muy bien qué decir ahora.

-Los amigos que queremos mucho y nos son leales también cuentan como familia. Podríamos serlo algún día, únicamente si tú te sientes cómoda.

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