Capitulo 1.

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Sergio pensaba que sabía exactamente su posición hacia Max: lo odiaba.

Claro que extrañaba esa ensoñación en la que vivía con el rubio cuando apenas había comenzado a ser parte de Red Bull en el ahora lejano 2021. El año en el que ayudaba al rubio a pelear el campeonato, hacían tímidas y graciosas entrevistas y actividades de marketing y se abrazaban seguido.

Ahora que estaba en 2023, su penúltimo año con Red Bull, y debía admitir que no todo era miel sobre hojuelas. Desde aquel día en Brasil, Sergio cambió con Max.

Al principio era difícil notarlo, pues comenzó de a poco. Dejó de acudir a desayunar con el belga, y evitaba establecer conversaciones duraderas que no fueran sobre el trabajo.

Se dedicó a su familia y su carrera. Recuerda lo mucho que entrenó físicamente para esta nueva temporada, y ahora veía muy buenos resultados. Esta era su segunda victoria y cuarto podio, sin duda todo pintaba para ser uno de sus mejores años.

El único que le dejaba ese sabor agridulce en la boca, era Max. Ambos estaban felices por sus respectivas victorias, pero sabía que al joven neerlandés no le agradaría la idea de irse turnando el estrato más alto del podio semana tras semana. En parte Checo amaba eso, la pasión y hambre de Max eran admirables, una de las cosas por las que le agradaba tanto. Pero por otro lado, odiaba lidiar con las comparaciones y la incompetencia que tenía ante Verstappen.

Checo sentía que por alguna razón su vida era más feliz cuando veía al rubio sonriendo y celebrando victorias. Pero cuando Max bajaba del podio, y tenía que volver a una realidad donde ser él mejor era lo único que le valía el respeto de la gente, Sergio detestaba a Max.

Sergio detestaba aún más a Max cuando no seguía instrucciones del equipo, porque parecía que el neerlandés no se interesaba en ayudar a su compañero en lo absoluto. Y no interesarle a Max le hacía mucho más daño que ser comparado con él.

Se levantó de su cama y tomó una ducha, era lunes y estaba cansado por la carrera y celebración de la noche anterior, por lo que se permitió no hacer su caminata diaria.

Bajo la lluvia artificial cerró los ojos, reviviendo los hechos del domingo con una sonrisa. Hasta que casi sin querer, cierto neerlandés se coló en su mente. La sonrisa se desvaneció y cambió por un gesto de enojo, le enojaba Max Verstappen. Simplemente era molesto que no supiera seguir órdenes de equipo, sabía que estaban en una carrera, pero Sergio había reducido la velocidad ya un par de veces cuando él se encontraba en segundo y Max en primero. Sí, era aburrido, pero era lo mejor para el equipo.

Sabía que Max podría desafiar las estrategias e instrucciones las veces que quisiera, pero esa noche, cuando él reclamó solo se llevó una mala mirada de Jos Vestappen (cuando este se atrevió a mirarlo) y una advertencia de Helmut que si bien parecía ir hacía ambos pilotos, resaltó en Checo. Marko le había dicho que ya tenían a Max, y que los ingenieros no soportaría si él también se la pasaba reclamando o preguntando sobre lo que hace su compañero.

Sergio tuvo ganas de decirle que no era su problema y mandarlo a la mierda, pero prefirió asentir y alejarse. Él no era Max ni de cerca, la prensa ya se lo había dejado en claro, todos tenían sus apuestas sobre cuánto iba a aguantar antes de que lo hiciera pedazos. Sólo le quedaba dar lo mejor de él, y defenderse ante cualquier ataque. Porque no quería otro 2022 en el que le rogara a Max por devolverle la posición, no, él ya no necesitaría ayuda de gente que no quiere dársela.

Aunque odiaba admitirlo, sentía una punzada en el pecho cada que recordaba que para Max él era solo otro piloto en la pista. Mientras para Checo, antes Max lo era todo. Sin embargo ahora las cosas habían cambiado, y la competencia de este año no sería más por el título de constructores, porque ese ya lo tienen más que ganado. Esta temporada el mexicano se concentraría sólo en él, porque desvivirse por Max ya era tan innecesario como inutil.

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