12/XII

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Los minutos siguieron avanzando y Wendy iba perdiendo el sentido a su permanencia ahí. 

Ella solía salir a clubes nocturnos, no es que sea tan "mojigata" al rechazar salidas como esas; no obstante, ambientes como aquel que le pertenecía a Bae era uno tan distinto a los que había visitado con sus amistades. Así que, incómoda por lo que veía, procuraba mantenerse serena observando su móvil entre momentos, esperando hallar a su mejor amiga conectada para despejarse con ella hablando. 

Por otro lado, Irene que tenía su mirada clavada en Seungwan decidió ir en búsqueda de sus demás trabajadoras, poniendo orden como debía de ser ya que, al parecer, la asistencia de Joy en sus instalaciones había alarmado a varias colaboradoras antiguas en el dichoso "palacio". 

—Señora —se acercó una de las trabajadoras más jóvenes, pero cómicamente más alta que Irene—, recuerdo que usted me comentó que no estaría reclutando más chicas para trabajar en esta temporada. 

—¿Es una queja lo que me estás transmitiendo, Karina? —respondió la mujer desviando su mirada a la joven, portando aún su ceño fruncido. 

—N-No, señora... Es que... —empuñando sus manos a escondidas de la proxeneta, se armó de valor para seguir hablando—, yo le indiqué que una amiga mía deseaba trabajar con urgencia aquí y usted-.

—Karina, yo no necesito explicarte el porqué de mis actos; sin embargo, te recomendaría que no estés hartándome con quejas así o comentarios sobre mi persona porque mi paciencia es corta y creo que no quieres conocer mi límite. 

Bastaron esas palabras para que la chica de escasas prendas guardara silencio y en vergüenza procediera a retirarse de ahí, dejando a la mujer en mitad del pasillo con las puertas cerradas del lugar. Estando en el área exclusivo para sus clientes potenciales, aprovechó para recorrer el espacio, notando como habían letreros colocados indicando que sus trabajadoras ya se hallaban trabajando; a excepción de la habitación que le pertenecía -desde ese momento- a Sooyoung. 

—Toc-toc. 

Abriéndose paso en el cuarto oscuro pero iluminado tenuemente, vio a la joven recostada en la cama.

—¿Agotada? —preguntó con mofa en su voz y rostro. 

Park se levantó asustada por la repentina presencia de su jefa, quedando de pie como para hacerle una reverencia. 

—Disculpe, ah, yo-.

—No te preocupes, puedes descansar hasta que llegue un cliente. 

Joy no supo como responder a ello, aún no aceptaba el hecho de estar ahí ya ubicada en su posición como para ahora seguir esperando a uno de esos dichosos clientes que le pertenecían a la baja que tenía enfrente. 

En ese silencio de las dos mujeres, Irene fue quién lo rompió al recibir un mensaje de su compañero, indicándole que estaba por empezar el evento de Seungwan. Este último hecho le arrancó una sonrisa, haciendo que cambiara su rumbo y terminara su visita en ese momento. 

—Si yo no me acerco dentro de un rato, lo hará mi mano derecha para ayudarte o presentarte a tu primera víctima. 

—Preferiría que seas tú —dijo entre sus nervios, mordisqueando su labial por esto mismo. 

—Esperemos, cariño —le respondió con una cálida sonrisa—. Nos vemos. 


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Wendy fue ubicándose en medio del escenario preparado para eventos de esa calibre. Sin ningún instrumento que le acompañara, tal como Irene indicó, la canadiense se presentó ante los presentes y así empezó con su show, arrancando con la primera canción que le habían dado en el setlist que no fue preparado por ésta. Iniciando con algo de pena por sus previas ideas, trató de irse soltando para todos, lanzando miradas cautivadoras en medio de movimientos llamativos que, quiera o no, capturaba la atención de la gran mayoría. 

Entre esas personas, por supuesto se hallaba la dueña del lugar. Joohyun divisaba con suma curiosidad a la de cabellera corta, sintiendo como su corazón se aceleraba sin ninguna razón conocida; y con mayor razón al tratar de comprender que era alguien que apenas había visto en su vida. 

Oyendo los aplausos del público y el vitoreo de todos por la mujer que seguía deleitándolos con su engatusante voz, Irene se había limitado a observarla con esa postura seria y sin alguna mueca en su rostro. Ella se hallaba demasiado concentrada en lo único que deseaba ver esa noche, no le interesaba algo más que no sea la canadiense en ese preciso instante. 


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No le correspondía estar a esas tardías horas invadiendo la habitación de quién era su mucama en esa estadía, pero el alcohol en su sangre le hacía cometer actos que en su estado de lucidez... podría hacerlo, pero sin tanto descaro como en esa noche. 

Cerrando la puerta detrás de sí misma, caminó con esas prendas menos pesadas de su día a día, transportándose en un dizque silencio hasta la cama de Gwendolyn sin hacer algún tipo de ruido. Isabel procuraba no tropezar o caer, iba a su ritmo dentro de su torpeza pero con la decisión de cometer lo que tanto había estado deseando dentro de esos días que permanecía dentro del reino. 

Habiendo llegado al límite de la cama, la reina asaltó a la mucama con tan solo lanzar su peso sobre el de la mujer dormida, despertándola ante tan brusco acto. 

—¡Reina! —exclamó la joven, tratando de quitarse de encima a la otra. 

Pero esto era difícil, más cuando la ebria mujer ya había movilizado su mano a la boca de la trabajadora para silenciarla dentro de esa oscuridad del cuarto. Movilizándose de una forma toda brusca, hizo que su frente se apoyara sobre la de Gwendolyn, jadeando sobre su propia mano que todavía tapaba a la joven ya asustada. 

—Cállate... No quiero que hables, ¿entiendes? 

Destapando a la asustadiza chica, hizo que esa misma mano bajara con lentitud por el cuerpo de ésta con toques atrevidos, frotando y apretando zonas de su cuerpo que hace mucho no habían sido tocadas de dicha forma. Gwendolyn no aguantó y quebró en llanto, uno que trataba de hacerlo en silencio para no ser regañada por esa mujer que, por fin, había llegado al lugar que tanto deseaba. 

—No-no, por favor... Reina, no lo haga-

—Silencio, hija de puta —escupió sobre su boca, impactando el aliento lleno de alcohol contra la pobre Gwendolyn que realizó una mueca de desagrado; segundos antes de ser besada por la mayor. 

La mucama no movía sus labios por nada; más bien, ella trataba de movilizar su cabeza hacia otra dirección para interrumpir el brusco beso que era dado -más que nada, porque la mujer clavaba sus dientes en los labios de la más joven- hasta que una serie de toques en su entrepierna fue lo que detuvo a Gwendolyn para invitarla a liberar un par de quejidos. 

—¡Ahh! ¡Reina! —exclamó sin poder evitarlo, liberando aún sus lágrimas llenas de culpa y asco. 

Isabel en su ignorancia por su estado, pensó que aquello había sido del agrado de Gwendolyn y, por esto mismo, decidió seguir hasta que introdujo sus dedos debajo de las prendas de la mucama, para ahora hacerlo en su interior. 

Cuán errada estaba Isabel. 
Eso solo produjo más asco en Gwendolyn, que poco o nada podía hacer. 

Pero ahora estaba segura que no podría ver a su reina tras eso.


A/N: 

El posible drama que separó a las eternas enamoradas.
Vine inspirada y espero que esta historia siga siendo apoyada (y esperada) por todos los que puedan leerla.
Gracias, gracias. ♥

reincarnationem | wenjoy au +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora