50-55

347 7 2
                                    

Capítulo 50

"¿Vas a buscar al presidente?".

Sonia, vestida con su traje de oficina, preguntó dudosa al ver a Rocío esperando que ella entrara el ascensor.

Rocío volvió a la realidad y rápidamente negó con la cabeza. "Mis disculpas, acabo de recordar que olvidé algo. Señorita Nadal, ustedes dos deberían seguir".

Después de que terminó de hablar, sin atreverse a mirarlos a los dos, se dio la vuelta y se fue.

Mirando su figura que se alejaba, Sonia no pudo evitar voltear hacia Sebastián y comentar: "Esta asistente es muy peculiar. No somos una amenaza. ¿Por qué nos tiene tanto miedo que ni siquiera puede tomar el ascensor con nosotros?".

Sebastián no respondió, estaba distraído, su mirada era inexpresiva y desinteresada de lo que le rodeaba, como si nada le importara.

Sonia extendió su mano delgada y agarró su brazo, murmurando: "Sebastián, gracias por llevarme a emergencias esa noche. He estado fuera durante algunos años y la comida de aquí no me sienta bien. He tenido episodios recurrentes de gastroenteritis. Gracias por toda tu ayuda".

Ese día, su padre la llevó a la familia Peralta para discutir el compromiso, y ella estaba tan encantada que bebió unas cuantas copas de vino extra, lo que desafortunadamente le provocó malestar estomacal. Afortunadamente, Sebastián no pudo negarse a nada estando frente a todos, por lo que tuvo que llevarla a la sala de llevarla a la sala de emergencias.

Siempre había querido agradecerle por el acto, pero cada vez que iba al Grupo Peralta a buscarlo, su asistente le decía que no estaba. Si su padre no hubiera solicitado su ayuda hoy, ella no habría tenido la oportunidad de verlo y expresar su gratitud.

Sebastián desvió la mirada y miró la mano en su brazo. Pronunció con frialdad: "Tu atuendo está arrugado, arréglalo".

Sonia soltó rápidamente su mano y bajó la cabeza con decepción. "¿No has superado tu fobia a la suciedad?".

Sebastián se limpió la ropa con un pañuelo y bromeó: "No se va a curar, nunca".

Sonia se atragantó.

En su primer día en la oficina, él tomó su mano y la sentó en su regazo, sin pronunciar palabra.

Esa noche le recrudeció la gastroenteritis y fue él quien la sacó de la sala de urgencias. Ella había asumido que después de cinco años, su misofobia se había curado, pero se sorprendió cuando él declaró que no se podía curar.

"Me temo que no es porque no pueda curarse, sino porque tiene algo contra ella, así que no quiere que ella lo toque".

"Sebastián, lo siento".

Sonia explicó cuidadosamente: "Hace cinco años, rechacé tu propuesta porque sentí que no estaba a la altura de aceptar tu propuesta, así que me fui al extranjero a estudiar mucho. Ahora soy la presidenta del Grupo Nadal y puedo estar tu nivel, hombro con hombro contigo. Por favor, no te enojes más conmigo, ¿de acuerdo?".

La expresión de Sebastián se suavizó un poco de su estado frío y rígido.

Giró la cabeza para mirar a Sonia y dijo a la ligera: "Mi condición no tiene nada que ver contigo. No lo pienses demasiado".

Una vez que Sonia se calmó, Sebastián estaba acostumbrado a ser un fanático de la limpieza desde que era joven, por lo que le dio más tiempo para adaptarse a ella, su elección.

Cuando Rocío regresó a la oficina, su rostro, que no era más grande que la palma de su mano, había adquirido un tono ligeramente pálido.

No había esperado que Sonia y Sebastián estuvieran en el ascensor, y mucho menos dirigiéndose a la oficina del presidente.

¡Ella ya Esta Casada, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora