Capítulo 3

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Wickham estaba asombrado, así que su viejo amigo sí estaba prendado de Elizabeth Bennet, bueno él tenía buen gusto eso no podía negarse. Pero que asombroso fue descubrirlo mediante una carta de la Srta. Bingley, esa ridícula mujer creía que él estaba enamorado de Elizabeth Bennet, en realidad la encontraba fascinante, pero para él todas las mujeres hermosas lo eran. Ahora tenía un plan entre manos, y Caroline Bingley le facilitaría las cosas. En unos minutos la Srta. Elizabeth saldría a caminar y entonces el atacaría y vería cuánto estaba dispuesto a pagar esta vez Darcy por la reputación de otra mujer que amaba.
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Elizabeth salió con buen pie como de costumbre esa mañana, correr de los planes de su madre para su boda, era un incentivo todos los días, su tía le giñaba un ojo cuando entretenía a la Sra. Bennet para que ella escapara y estaba agradecida. Respirando el aire puro y tarareando cómo siempre, se alejó de Longbourn camino a Oakham, allí vería a William y él la distraería con besos, suaves al principio, profundos cuando ya era hora de volver, ella no hablaba con él, él no la dejaba, la abrazaba y le susurraba al oído hermosos sonetos y fragmentos de Shakespeare, después la volvía a besar y hacerle cosquillas detrás de su oreja. Era delicioso sentirse así, tan querida y protegida. Estaba en una bruma de la que no quería alejarse y era feliz mientras durara.
Él no estaba en la piedra donde siempre la esperaba, solía llegar primero, algo lo había retrasado. Encogiéndose de hombros se sentó a esperar; unos minutos después escuchó detrás de ella una rama quebrarse y sonriendo fue a voltearse cuándo un paño húmedo cubrió su rostro, respiró inevitablemente a través de él, el olor era tan fuerte que no tuvo tiempo de identificar que era o quien era la persona a su espalda cuando puntos oscuros llenaron su visión hasta que todo se apagó.
…….
Darcy llegó 20 minutos más tarde de lo acostumbrado, culpaba a Caroline Bingley por atrasarlo, cuando bajó de su caballo, Elizabeth no había llegado, tampoco se veía a la vista, quizás algo también la había atrasado. Decidió salir a buscarla cuando vio una cosa brillante junto a la roca preferida de su amada. Su corazón se congeló en su pecho cuando agarró y sostuvo una insignia de soldado, era pequeña, una estrella, de las que portaban en sus chalecos. Quizás aquello era una coincidencia, pero el ejército ya no estaba apostado en Meryton, podía haber estado allí hacía meses, pero por qué no lo había visto antes. Aun con mal presentimiento, agarró su caballo y salió en búsqueda de Elizabeth, no estaría tranquilo hasta que la viera, estaba seguro que su madre hoy la había retenido.
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Cuando horas más tarde descubrió que Elizabeth había salido a la misma hora de siempre, se desesperó, la Sra. Bennet creía que aquello era una broma de su segunda hija, hasta vio el horror en la cara de su cuñado y a una Jane llorar en el hombro de su hermana. Darcy convocó al magistrado y mandó a llamar a su primo, el coronel Fitzwilliam; sus propios hombres, los tres que siempre viajaban con él, salieron en varias direcciones para descubrir indicios de alguna pista ahora que el suceso era reciente.
Esa misma tarde, en tres caballos, Bingley, el coronel Fitzwilliam y Darcy, cabalgaron detrás de un carruaje que les llevaba ventaja, en el que iba Wickham con la novia secuestrada de Fitzwilliam Darcy.

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