Capítulo 6

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Horas de intenso recorrido y después de pasar por una posada de la que obtuvieron señas de Wickham, pero no de Elizabeth, Darcy se desesperó y salió disparado sin siquiera beber algo. Llevaba cinco millas recorridas dejando atrás a sus acompañantes cuando descubrió un carruaje a un lado de la carretera. Su corazón pareció detenerse antes de desbocarse intensamente cuando lo reconoció como el que le habían descrito que había salido de Meryton con su prometida. Bajando del caballo y sacando su arma se precipitó abrir la puerta solo para encontrar el carruaje vacío. Miró a su alrededor sin ver a nadie ni siquiera velando por los caballos y el vehículo, hasta que bajando la mirada descubrió unas huellas que se dirigían hacia el bosque que bordeaba el camino, definitivamente un par de huellas eran de mujer y dos pares de huellas de hombre. Estaba al punto de precipitarse a buscar allí, cuando lo alcanzaron Richard y Bingley. Explicó el hallazgo y se dividieron.
Darcy tomó la bajada del centro, mientras los demás se iban a cada lado. No comprendía que había pasado, pero se imaginaba que su tenaz prometida había huido de sus secuestradores. No sabía que tan lejos había llegado Elizabeth, pero la encontraría.
………
¿Cómo ella había logrado subir el árbol?, mareada y aun sintiendo los efectos del éter, no lo sabía. Pero había corrido como alma que lleva el diablo y con ventaja y en conocimiento de su mala situación, decidió darles uso a las enseñanzas de su padre, cuando siendo niña la trató como el hijo que nunca tuvo y le enseño a trepar como un gato. Esto sería útil sino se caía primero al sentirse tan mareada. Erguida se abrazó al tronco y rezó para que, si bien no la encontrara ni Wickham ni el cochero, si la encontrara alguien que la bajara de allí. Escuchó unos pasos acercándose, contuvo la respiración hasta que debajo de ella deslumbró a Wickham, maldecía mientras caminaba a grandes zancadas, se había quitado la chaqueta y la camisa le colgaba arrugada en los brazos, vio el sable en su mano y se asustó, se abrazó con más fuerza el tronco.
- Maldita niña, cuando te encuentre aprenderás - balbuceaba cuando se detuvo.
Nunca miró hacia arriba, ¡Gracias a Dios por eso!, pero buscaba las huellas que ella sabía que ya no encontraría. Ella creía que si tocaba el árbol la descubriría, ya que su corazón tronaba tan fuerte en su pecho que suponía que se sentiría por todas las ramas.
Cuando lo vio emprender la marcha, suspiró aliviada y cerró los ojos. Debía esperar que él regresara y se marchara por el mismo camino cuando desistiera de su búsqueda, la noche caería pronto y ella no estaba dispuesta a intentar bajar hasta que fuera de día otra vez, aunque quizás sus brazos decidieran otra cosa y sí se aflojaban, no sería una caída sencilla. Rezó porque William la encontrara, pero sabía que sería un milagro, ella tenía que encontrar la manera de volver a él, necesitaba poder volverlo a ver y asegurarle que Wickham no podría hacerle daño por medio de ella nunca más. Se aferró a esa esperanza como a ningún otra, y apretándose más contra el árbol, oró porque todo aquello concluyera rápido y fructíferamente.

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