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06 ᴀʟɢᴏ ᴇxᴛʀᴀÑᴏ
Los días pasaron, al final el campamento duraría más de lo esperado. ¿Eso le molestaba a los alumnos? No, ¿Seguirían cómo siempre? Obviamente.
Cada día hacían distintas actividades, aunque poco a poco todas, o la gran mayoría, se volvieron opcionales, por eso ya no había tanta gente en unas o muchas en otras.
El campamento no se había vuelto aburrido, todo lo contrario, al ser más libre el si ir o no ir a las excursiones, había hecho que más gente estuviera en el campus y más gente de otras escuelas se conocieran.
Obviamente había grupitos, cinco para allá, dos de acá, ocho de allá y tres de acá, pero todos se ayudaban entre sí.
Unas amistades muy lindas se habían formado entre las escuelas, y nadie se estaba quejando.
Ahora, un grupo de cinco personas; Bastián, Nicolás, Nahuel, Matheo y Lautaro, estaban sentados frente a uno de los lagos mientras tomaban mate.
Sería chistoso decir que su amistad no había progresado mucho, después de todo habían compartido tanto excursiones como actividades.
Se podía decir que eran mejores amigos.
— Igual, para mí el alfajor blanco es mejor que el negro –Opino Matheo–
— Y apuesto que te gusta la pija, también –Lautaro rodo los ojos– el negro es mejor, el que dice lo contrario está loco...
— ¿Qué te pasa, puto?
— Chicos...
— Cierren el orto los dos, aguante el glaseado.
Hubo un silencio.
— Ya no sos mas mí amigo, Nicolás –Bastian lo miro mal– chau, andate
— ¿Por?
— ¿Cómo "¿Por?"? ¿Vos sos tonto o te entrenas? ¿Cómo te va a gustar el glaseado? –Nahuel se quejo–
— Mira que no me gusta el blanco, pero es mil veces mejor que el glaseado –Lautaro opinó–
— Nicolás, no hay chance que te guste el glaseado.
