―¿Qué estás haciendo, Fabulous? -pregunta Hugo a su hermana con una expresión de confusión. La chica, arrodillada frente a él, lo mira esperando que se acerque a su boca abierta.
―Deja tranquila a Brisa y ponla en mi boca, Boss -responde Fabiola, decidida.
Hugo la mira fijamente buscando en Fabiola alguna señal de que estuviera bromeando, pero no encuentra ninguna.
―No puedo. ¡Eres mi hermana! ―le dice tras unos segundos, apartando su mirada de los ojos intensos de su Fabiola, mientras él sujeta aún el suave rostro de Brisa.
―No voy a dejar que sigas con ella, Boss -amenaza Fabiola con tono poderoso quitando la mano de Hugo de la cara de Brisa.
―¡Yo hago lo que quiera y no lo que tú me mandes! ―responde inquebrantable Hugo.
―Ella va a participar en nada por un rato. Te estoy dando la oportunidad de correrte en mi boca y no tener que irte a tu habitación a cascártela tú solo, así que vas a hacer lo que yo te diga ―agrega Fabiola con firmeza, pero aún físicamente en posición sumisa, arrodillada ante a su hermano. ―Además, sabes de sobra que, sin esforzarme, soy diez veces mejor que Brisa con una polla en la boca. Elige: todo o nada.
―Te lo echo en la boca ―sentencia Hugo dejando su polla al alcance de los labios de Fabiola. ―Pero ni una palabra de esto a nadie .
―Promesa de meñique ―dice Fabiola, burlona, tomando la polla de Hugo con su dedo meñique.
―Ji, ji ―ríe Hugo y empuja su sexo duro dentro de la boca de su hermana.
Más tarde, seguramente Fabiola se va a arrepentir, pero ahora está contenta por haber ayudado a su amiga a zafar. Caliente, mojada y sudorosa aún por la maratón sexual con Gastón y la participación inesperada de Brisa, a ella le parece que está haciendo lo que debía hacer.
Fabiola toma la polla de su hermano firmemente con una mano. Los jugos de Brisa humectan todo y la mano resbala con facilidad. Va deslizándola por todo el tronco hasta la base y acompañando rítmicamente el movimiento con los de sus labios apretados que tragan, entregada, toda la presencia de su hermano.
―Me voy a correr ―anuncia Hugo.
―Y no sabes cuánto -dice Fabiola sonriendo sin parar de succionar y dando pequeños golpes en el glande de su hermano con la lengua.
Hugo, que ya está a punto de venirse, luego de casi haber llegado al orgasmo con Brisa, siente que le faltan sólo un par de embestidas más, cuando Fabiola se detiene en seco al ver a su amiga acercándose.
☆☆☆
El momento que Brisa había temido al dejarse tocar había llegado: su hermano anunciaba su llegada golpeando la puerta. Parece que un tornado hubiera pasado por la cama de ella revolviendo todo.
―¡Es Carlos! ―exclama sobresaltada Brisa al sentirlo golpear la puerta de su habitación. Siente un escalofrío que recorre entero todo su cuerpo entregado. Abel detiene el manoseo para simular que no está pasando nada cuando Carlos entre.
―¡Voy! ―dice la chica intentando quitarse la bufanda de los ojos.
―No te quites la bufanda ―susurra Abel controlando su sonrisa por la situación que acaba de suceder. Brisa no notó nada y ahora él intenta parecer sorprendido. -Quédate tranquila: acá no hay nada raro, si conservas la calma.
―Está bien ―dice Brisa moviendo los labios solamente y respirando profundo, intentando no entrar en pánico.
Abel suelta a Brisa y cierra los ojos disfrutando lo bien que está funcionando su plan. Tras un segundo se acerca rápidamente a la puerta e interpone su cuerpo, apoyándolo contra la puerta semiabierta. Mira hacia afuera para hablar a Carlos, haciéndolo esperar al otro lado de la puerta.
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Falda roja, cara roja
General FictionEs mi culpa. No debí serle infiel a David. No debí ir a la casa de Fabiola y Hugo. No debí salir escondida esa noche de viernes. No debí saltar por la ventana. No debí cortar la llamada con David haciéndome la dormida.