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Muchas personas pensaban que el ser trabajador social y un empleado dentro de los centros de protección para menores era algo lleno de momentos bonitos, el poder interactuar y ayudar a los niños con sus dificultades se veía como un trabajo ideal, pero las cosas no eran tan sencillas.
Momo cumplía sus tres años trabajando en el centro en el mes de diciembre, estaba muy contenta con su puesto y el cómo desarrollaba su trabajo, pero jamás diría que era un trabajo sencillo, mucho menos en la parte emocional.
A pesar de ver, escuchar e incluso tener que controlar a niños que se derrumbaban debido a sus traumas era algo mentalmente agotador, debía prepararse cada mañana para su nueva jornada y tratar su salud mental en las noches para poder seguir adelante.
No podía imaginar cómo la pasaban las personas que tenían que sacarlos de los agujeros en donde los niños vivían, verlos en el peor momento, en donde sus pequeños cuerpos luchan para poder mantenerse de pie.
Con Jungkook había afirmado que jamás estaría preparada para cualquier caso, a pesar de tener más de dos años de experiencia.
La primera vez que lo vio en los registros de los nuevos casos, tuvo que tomarse un tiempo para asimilar las imágenes que le habían enseñado, no siendo las más explícitas, pero sí lo suficientemente demostrativas para conocer lo que había tenido que sufrir. Por eso mismo, había mantenido su total disposición una vez el menor llegó al lugar.
No había sido para nada fácil ganarse algo de confianza de Jungkook, pero en ese entonces, se sentía muy orgullosa de decir que el menor confiaba en ella, lo suficiente para poder ayudarlo en lo que necesitara sin llantos o sustos de por medio.
―Bien, ahora debemos presionar un poco, para que el zapato no quede flojo―indicó mientras presionaba el zapato que tenía de ejemplo, para que Jungkook la imitara, el menor manteniendo sus ojos atentos al zapato ejemplo.
Jungkook presionó, logrando que el velcro se juntara, dejando su zapato firme a su pie.
― ¡Excelente! ―celebró la mujer mientras daba suaves aplausos, Jungkook sintiéndose contento y aplaudiendo también, ya que había logrado colocarse sus zapatos solo―Bien, es hora de salir.
Había tomado varios intentos, muchos en donde los zapatos quedan al revés, pero con práctica, pudo lograrlo.
Debido al tipo de caso que era el de Jungkook, no tenía muchos niños a su cargo. Se encontraba mayormente con él y en ocasiones con otra niña que estaba a nada de salir del centro y sería trasladada a un centro de adopción. Por lo que tenía más tiempo para ayudar a Jungkook a aprender ciertas cosas que lo ayudarían a ser un poco más independiente, nada fuera de sus capacidades por su edad.
―Taehyung ya se encuentra en la zona de juego, pero no podrá estar mucho tiempo―detalló mientras se levantaba del suelo, colocando el zapato de ejemplo en el armario.
Jungkook se sintió un poco desanimado ante aquello, pero tampoco podía preguntar mucho. Se acercó a su cama para tomar a su conejo rosa, para poder jugar con su amigo.
Ambos salieron de la habitación y se encaminaron hasta la zona de juegos, en ese entonces Jungkook no necesitaba que lo llevaran de la mano, porque lograba recordar a qué lados debía girar para llegar.
En la zona de juegos, pudo ver a Taehyung a lo lejos, quien se mantenía con los brazos cruzados, sentado en el suelo y con su peluche Tata.
―Taehyung, debemos irnos―le dijo su cuidadora, el pelinegro logrando escuchar cuando se acercaron más―Sabes que no puedes quedarte mucho tiempo cuando no cumplimos el tiempo de comida.
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Safe place 🌸 KookTae
FanfictionEl oficial Jeon Donghae jamás creyó en el destino, pensaba que aquello no existía y todo era mera casualidad, ya que nunca había visto o experimentado algo que le hiciera creer en él, por lo que se mantuvo en su postura durante muchos años. El pensa...