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Jadeó bajito cuando sus piernas dolieron ante el brusco movimiento que había realizado, aunque en realidad el dolor no era nada significativo para él, se había vuelto parte de sí.

Vio su esquina con total vergüenza, una mancha de orina manteniéndose en donde había descansado, sabiendo que había sido él y su descontrol con sus fluidos. No sabía cómo controlarlo, por lo que siempre se mojaba y después sus pompas quedaban rosas y adoloridas.

Se dio un golpe en la mejilla, castigándose a sí mismo por haberse orinado mientras dormía.

Sentía su ropa húmeda, en especial en la parte del frente y su espalda, ya que el charco había crecido tanto que había quedado bastante empapado. No sabía cómo limpiarse solo y realmente no era algo que buscara hacer.

Colocó su dedo pulgar dentro de su boca, comenzando a succionar suavemente.

Inspeccionó con la vista su habitación, la cual realmente no había visto con cuidado cuando llegó, porque solamente se había concentrado en dormir y luego lastimar a un niño.

Lo último no lo hizo a propósito, pero realmente no recuerda mucho cómo fue todo. Solo sabe que lloró y después descansó.

Se mordió su dedo pulgar ante el recuerdo, haciéndolo hasta que comenzó a doler demasiado y tuvo que sacarlo rápidamente, viendo que sus dientes habían quedado marcados en su suave piel, no sintiendo nada al respecto.

La puerta de su habitación se abrió lentamente, viendo a la señorita Hyejin asomándose, la chica sorprendiéndose cuando vio al pequeño despierto y levantado.

―Oh, buenos días, Jungkookie―le saludó sonriente, esperando que el menor le regresara el gesto, pero no sucedió.

Para su total sorpresa, lo primero que Jungkook hizo al verla fue correr hasta la cama, para poder tomar las mantas que la cubrían y arrastrarla hasta el charco de orina que la mayor no había notado hasta ese momento. Colocó la manta con miedo sobre la orina, como si intentara esconderla.

Los ojos redondos de Jungkook la veían con miedo, esperando que no se haya dado cuenta y no lo golpee por haberse orinado dormido.

―Uh ¿Tuviste un pequeño accidente? ―habló con voz dulce mientras sonreía pequeño, intentando demostrar con su tono y gestos que no estaba molesta en lo absoluto y que claramente no iba a lastimarlo.

El pequeño negó, caminando rápidamente hasta la esquina en donde había dormido, sentándose de golpe.

Hyejin jadeó bajito y entró a la habitación, ya que no quería que Jungkook se empapara más de lo que estaba, pero tampoco quería hacer un movimiento demasiado brusco que lo asustara.

―No te preocupes, no voy a castigarte―comenzó a hablar mientras se acercaba más, incluso agachándose, para quedar cercana a la estatura del menor y no verse intimidante―No es malo, fue un accidente y no habrá castigo.

Jungkook comenzó a suspirar rápidamente, sintiendo sus manos y ojos picar, ambos por motivos diferentes.

Hyejin notó que el menor se estaba enterrando las uñas en una de sus manos, por lo que estiró las propias con lentitud hasta el menor, hasta que pudo tener las pequeñas manos entre las suyas, logrando que dejara de lastimarse.

―Eres un niño bueno, esto fue un accidente, no eres malo―le repitió varias veces aquellas palabras, sintiéndose aliviada cuando la mirada del menor se mantenía sobre ella. Sus ojos seguían brillantes por las lágrimas, pero en definitiva no iba a lanzarse a llorar.

― ¿Puedes repetirlo conmigo? Jungkook es un niño bueno―el pelinegro no negó ni asintió, simplemente mantuvo la vista sobre su mayor, sin decir nada.

Safe place 🌸 KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora