Capítulo 4

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Al día siguiente, Izuku se levantó en perfecto estado. Y puede que la sangre del rubio tuviese algo que ver.

Caminó hacia la entrada y se sorprendió al divisar un sobre, el cual estaba postrado en el suelo de su habitación. Alguien lo introdujo por la ranura de la puerta.

El peliverde agarró el papel y lo abrió con cuidado. Dentro había una carta y una pequeña cajita de cartón. Izuku la leyó con atención:

Le pedí a Yaoyorozu que crease unas lentillas para que nadie sospeche de tu repentino cambio y para evitar preguntas no deseadas, Ya sabes lo cotillas que son los extras de nuestra clase. Y tranquilo, no le he comentado para qué las quería ni para quién eran. Será mejor que las uses.
-De nada, Bakugo Katsuki.

—Kacchan... —dijo en voz alta y con una sonrisa que sería capaz de iluminar a toda una ciudad.

Gracias a aquellas lentillas y al uso de la mascarilla es que pudo pasar desapercibido. Le mandó un mensaje a Bakugo agradeciéndole por su ayuda.

A raíz de este hecho, los chicos se volvieron más cercanos.

Los días fueron pasando con rapidez. Y al caer la noche, los muchachos se reunían para que el pecoso pudiera calmar su sed de sangre.

En estos encuentros nocturnos, los cuales eran bastante frecuentes, Deku siempre mordía a Bakugo en la muñeca o en el antebrazo. Básicamente sitios que fueran discretos y fáciles de ocultar. Partes como el cuello estaban descartadas, pues la gente lo sacaría de contexto y se armaría un escándalo.

La cantidad de sangre que Izuku succionaba era limitada, ya que no quería poner en peligro la salud del contrario. Por otro lado, y a pesar de que resultase doloroso, Bakugo amaba aquella sensación.

Cuando los colmillos de Izuku atravesaban su piel, su mente quedaba en blanco. Se sentía en las nubes. Incluso podía escuchar los latidos de su corazón retumbando en su cabeza.

Pero lo que más le gustaba era ver como el otro también lo disfrutaba.

Izuku sabía que decir esto estaba mal, pero quería más. La sangre del rubio era lo mejor que había probado en toda su vida. Y aquella esencia que lo envolvía era tentadora. Provocaba que el se volviera algo posesivo, pues quería que el rubio fuese solo para él.

Quizá aquel quirk estuviera sacando a la luz sus deseos más profundos.

• • •

Era un viernes por la tarde. Los alumnos de la clase A estaban en el exterior de la escuela, entrenando por parejas para mejorar el control de sus habilidades. Aquel día, Deku no se encontraba demasiado bien.

Su garganta se sentía más reseca de lo habitual y sus colmillos habían incrementado levemente de tamaño. Volvía a estar hecho un desastre, no obstante, trató de enfocarse en la tarea que su profesor les había encomendado.

Izuku estaba practicando con Uraraka mientras que Bakugo lo hacía fervientemente con Kirishima. Estos dos eran buenos amigos, lo habían sido desde el principio. Izuku siempre estuvo celoso de su relación y se odiaba por ello.

Después de calentar por un rato, Kirishima y el rubio comenzaron a practicar tácticas de combate. El pelirrojo endureció sus brazos, los cuales se volvieron afilados y dentados, y cargó contra Bakugo. Este esquivaba todos sus golpes.

Embobado, Izuku lo miraba de reojo a la vez que flotaba por los aires junto a Uraraka, la cual le daba indicaciones, pues era una experta en ese campo.

Volviendo al combate que se estaba formando entre ambos adolescentes; Kirishima realizó un arriesgado movimiento. Desgraciadamente, Bakugo en ese instante estaba distraído contemplando al peliverde. Por lo que no logró contraatacar y recibió el brutal impacto.

Essence [BAKUDEKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora