Lila Pierce pensaba que el pasado quedaba en eso: el pasado.
Hasta que el primer chico que le gustó en la secundaria, Jett Rowan, vuelve a aparecer en su vida, y por medio de una red social. Más específicamente: por medio de un follow de Instagram.
Deposito el celular en la cómoda a mi lado, me recuesto en la cama y cubro mi cara con los antebrazos.
¿Qué mierda acabo de hacer?
Debería estar en una fiesta en este preciso momento, con alguna chica desconocida besando mi cuello y haciéndome olvidar mis futuras preocupaciones. Sin embargo, mi manager se encargó personalmente de joderme el fin de semana con sus exigencias.
Mi reputación se está yendo por las nubes desde la noche del draft de las Grandes Ligas de Béisbol —MLB, su abreviatura en inglés—. Soy el joven prospecto que promete más de lo que soy capaz, y con ello mi imagen debe ser acorde a lo que las críticas y dirigentes esperan de mí.
¿El jugador con cara de santo que se la pasa de fiesta en fiesta con diferentes mujeres? Diablos. Me están obligando a transformar mi verdadero ser en uno que no encaja conmigo. Se supone que necesito estabilidad, una vida discreta y una jodida novia que se amolde con lo solicitado.
Lila Pierce se ve como la mejor opción para ello.
Ahora solamente tengo que esperar a que me acepte en su vida. O en su Instagram, mejor dicho.
Con todo lo que me espera en esta primera temporada de novato en la MLB, ya no sé cómo poner en marcha el objetivo de mi vida. Ganar es lo primordial, lo tengo en claro, pero no me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Con este pensamiento no duraré mucho en este mundo de fama y negocios, por lo que pronto tendré que cambiarlo.
Decido ponerme de pie y empezar a caminar hacia la cocina del gigantesco apartamento que logré alquilar a un precio razonable, ya que, como dije, soy un novato y la paga todavía no la veo en mi cuenta bancaria hasta marzo del año siguiente. Y mis queridos padres se encargarán de costearlo hasta entonces.
Saco de la heladera una compotera con ensalada de frutas y tomo asiento en el amplio sofá que se desplaza por todo el ventanal que me da la vista a mi ciudad natal, Seattle. Realmente soy un hombre con suerte. ¿Ser drafteado por los Titanes y, al mismo tiempo, no tener que mudarme? Sí, a eso le llamo estar bendecido.
Entiendo que son pasadas las una de la mañana, pero ¿por qué se demora tanto en oprimir el botón de «aceptar» a mi solicitud? En reiteradas veces he hecho lo mismo por aburrimiento, eso de empezarla a seguir, pero ahora es diferente. Ahora necesito algo de ella, por no decir que la necesito a ella en sí.
Lila Pierce, te me haces de rogar.
¿Quizás ya superó su enamoramiento por mí? Espero que ese no sea el caso.
જ⁀➴
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