Jett
Sábado 11 de febrero, 2023
—¿Estás emocionado? —pregunta Luna mientras me ayuda a guardar mis cosas en la maleta.
—Demonios, sí que lo estoy.
Mañana se jugará la final del Super Bowl, los Bengals se enfrentarán a mi queridos Seahawks.
Es verdad que al béisbol no lo cambio por nada, pero el fútbol americano es ese deporte que, si hubiese sido más voluminoso de cuerpo, lo estaría jugando en este preciso momento. Y por qué no, estaría en la NFL.
El vuelo hacia Arizona sale en unas horas. Mi padre irá conmigo ya que logré convencerlo de pasar un domingo padre e hijo, antes de que el mes que viene empiece la temporada regular de la MLB. Necesito esta breve desconexión de mi entorno con el béisbol.
—Todavía trato de entender esta absurda obsesión que tienen papá y tú con la NFL —dice mi hermana con total desagrado.
—¿Qué te pasa con el fútbol americano? —cuestiono. Agarro una gorra con el halcón característico de mi quipo y me la pruebo—. ¿No saliste con un jugador en tu época de universitaria?
Luna resopla y cierra la valija con desgana.
—Por esa misma razón no me gusta ese deporte.
—Sólo porque tienes resentimiento hacia un chico, no quiere decir que también lo vayas a tener con un deporte.
—Jett, eres la última persona en el mundo que puede hablar de resentimiento —espeta, mirándome divertida—. ¿Te recuerdo el escándalo que hiciste hace un mes?
Ahora soy yo el que resopla.
No hice un escándalo cuando Lila Pierce decidió ignorarme y eliminar mi solicitud de seguimiento; solamente me fui de fiesta, terminé en una fraternidad donde vive un buen amigo mío y mi hermana tuvo que venir a mi rescate por lo tomado que estaba.
No llamaría a eso resentimiento, sino una liberación contenida. Me había mantenido fuera de las fiestas y ese tipo de movidas, sólo para mi buena imagen, pero era demasiado obvio que no duraría. Es mi instinto natural.
***
Domingo 12 de febrero, 2023
Sí, quizás me quedé despierto toda la noche desde que llegué a Glendale, los nervios de fanático son algo difícil de controlar. A veces me imagino a los pequeños aficionados sintiéndose así por mí. Sólo espero no defraudarlos a ellos, los demás me tienen sin cuidado lo que piensen.
Me pongo unos jeans negros, un buzo con capucha de color verde manzana con el logo del equipo que combina con mi gorra azul marino, me calzo con una vans tradicionales y salgo para ir al estadio junto a mi padre.
Una vez al llegar, nos dirigen al palco en el que se encuentran algunos de mis compañeros de equipo con accionistas de los Titanes.
El siguiente rato se basa en hablar sobre la futura temporada de la MLB mientras celebramos el primer touchdown de los Seahawks. El jodido mariscal de campo de los Bengals, Joe Burrow, me deja anonadado cuando, antes de que termine el reloj para darle finalizado al primer cuarto, engancha con la mirada a uno de sus jugadores y le lanza un increíble pase que nos empata el partido.
Con el enojo en mi sistema, me retiro de los presentes y me voy a comprar una hamburguesa en los puestos de comida que se encuentran abajo. En el palco solamente hay frituras en bolsa y mariscos de mar. ¿Quién demonios se encargó de pedir eso en el menú?
En plena fila, a mi lado, se empieza a crear un tenso momento entre una vendedora y una chica. No lo digo muy seguido, pero soy de esos a los que les gusta el chisme, por lo que me quedo mirando expectante la situación.
—¿Cómo no van a tener Coca Cola Light? —pregunta la castaña con mechones de color miel decorando su cabello liso.
—No tenemos esa en específico —trata de explicarle la vendedora con una serenidad digna de admirar—. Pero sí tenemos Coca Cola Zero, que es prácticamente lo mismo.
—No, no es lo mismo. Esa carece de ácido cítrico, y la Light no.
«Es sólo una simple gaseosa, mujer». Quiero gritarle, pero, en cambio, estoy babeando por su perfecto trasero.
—Bueno, lo siento, ya no tenemos —le vuelve a repetir, y esta vez con mala cara.
La castaña asiente con lentitud y se da la vuelta, permitiéndome así ver su rostro.
Esto tiene que ser una broma.
Ella no se percata de mi presencia, y mi mirada sigue enfocada en su rostro concentrado que textea algo en el Iphone que sostiene con firmeza.
La cajera llama por mí, pero no presto atención, sin embargo, me alejo de la fila y me pongo a caminar hacia la chica que, hasta hace un momento, estaba peleando por una bebida.
Tan pronto cuando estoy frente a ella y la miro con mucho interés, suelto lo primero que sale por mi mente:
—¿Lila? ¿Lila Pierce?
ESTÁS LEYENDO
Despertando viejos sentimientos
RomanceLila Pierce pensaba que el pasado quedaba en eso: el pasado. Hasta que el primer chico que le gustó en la secundaria, Jett Rowan, vuelve a aparecer en su vida, y por medio de una red social. Más específicamente: por medio de un follow de Instagram.