Capítulo 9

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Jett

Nunca permito que el rencor o el odio dominen mis acciones. Por eso es que había decidido tomar la iniciativa con Lila. Pude notar el desconcierto en su rostro por mi aparición, pero también me percaté de la forma en la que sus ojos almendras me miraban. 

Lo que sentía por mí debe estar muy enterrado en el fondo de su corazón, soy consciente, pero no me importaría ir excavando de a poco para volver a despertarlos. 

Vuelvo al palco cuando el tercer cuarto llega a su final. La frustración de mi padre y la de los demás hombres se siente en todo el espacio al estar perdiendo por tres malditos puntos el partido. 

—Quizás no sea el momento... —me posiciono al lado de mi padre—. Pero necesito que vayas reservando algunos asientos para mi debut.

—Eso ya lo tengo asegurado, Jett —afirma y ojea su celular—. La liga te permite sólo cinco por cada partido en casa, te quedan dos para invitar a quien quieras. 

No soy una persona con muchos amigos, algo menos por lo que preocuparme a la hora de definir asientos en mis futuros partidos. En cuanto a Lila, que me pida los que quiera, voy a hacer lo que esté en mi alcance para que esté cómoda durante mi debut. 

El palco entero estalla en gritos de celebración cuando los Seahawks anotan un touchdown en los últimos cuatro minutos del partido. Mi puto vaso se derrama, sin embargo, no presto atención cuando la felicidad invade todo mi sistema. Estamos por ganar el puto Super Bowl, y así lo hacemos después de que el reloj marque el final.

Al cabo de un rato de las celebraciones, me muevo para buscar a uno de los jugadores. Paro en seco cuando un rubio corpulento se acerca corriendo hacia mí, como queriendo taclearme, y no me resisto cuando me sacude con la emoción característica de un campeón. 

—¡Lo hice, amigo! —grita eufórico Nolan Cohen.

Nolan es el hermano de un amigo que hice durante mis años de preparación para el draft de las Grandes Ligas. Hicimos click inmediatamente cuando me invitó a una fiesta en la que terminamos haciendo desastre. Todavía conservo recuerdos del vodka en mis venas y una rubia a mi lado. 

—Con ese equipo... Jesús, hasta yo ganaría. Son imparables —exclamo.

—Jodidamente lo somos. 

—Solamente vine a felicitarte y también a decirte que te espero en mi partido debut.

—Cuenta con que ahí estaré.

Nos damos un apretón de manos con abrazo incluido y, antes de poder irme, Nolan hace la invitación que no estaba buscando, pero sí anhelando.

—Espera, ¿no te quedas a la fiesta?

Pienso en ello, pero también en que papá está conmigo, aunque la mayor parte del tiempo se comporte como mi jodido mánager. Si de él dependiera, me encerraría en la habitación de hotel hasta que mañana por la mañana salga nuestro vuelo de regreso a Seattle. Oh, cierto, de él depende, así que lo hará.

Con mucho dolor, me declino de la invitación y le digo a mi amigo que en otra oportunidad será. Ahora necesito pensar con la mente en frío. Tengo el número de Lila Pierce, toda la fanaticada de la MLB con sus ojos puestos en mí y, como si fuera poco, un centenar de decisiones por tomar. Puedo hacerlo. Puedo cerrarles la boca a todos y superar mis propios obstáculos.

Despertando viejos sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora