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━━El día había llegado, la familia real estaba en el templo de plata lo cual causaba un gran revuelo entre los habitantes de este, quienes corrían de un lado al otro intentando que todo fuera perfecto.
Tsillash ya se encontraba en la sala del trono junto al resto del consejo, aguardando a que el carruaje de la familia real arribará. A diferencia de los demás líderes de facciones, quienes se encontraban sentados en sus respectivos tronos, ella estaba de pie mirando fijamente hacia la inmensa puerta.
-Se encuentra nerviosa su santidad-preguntó sir arwan.
-yo podría preguntarle lo mismo sir- exclamó la santa dirigiendole una pequeña sonrisa.
Tsillash poseía dos espadas juramentadas, sir arwan lannister y sir zion deuris, quienes ahora se encontraban parados a los lados de su trono. Ambos habían sido miembros de la guardia real, abandonando ésta el día que su entonces comandante renunció a su puesto y se fue de king 's landing.
-No nos cortaron la cabeza en aquel entonces, dudo que lo hagan ahora- dijo sir deuris con burla, provocando una risa de la mujer.
-Es un buen punto- dijo mirando a ambos hombres- sin embargo no es eso lo que me tiene inquieta- dijo pensativa- deje muchas cosas pendientes cuando me fui.
-Todo saldrá bien majestad- dijo pausadamente sir arwan- ya verá.
-Y si no es así, no debe preocuparse- agregó zion-nosotros le cuidamos la espalda.
Tsillash los miro con cariño agradeciendo el apoyo de ambos hombres, quienes la habían acompañado desde su huida de la fortaleza roja.
-El rey Viserys Targaryen, el primero con el nombre, Rey de los Ándalos, de los Rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y protector del reino- exclamó un guardia, provocando que la mujer volteara para mirar como la familia real aparecía por la ahora abierta puerta.
Al igual que el resto del castillo, el lugar era de colores claros y sumamente luminoso debido a los múltiples vitrales de las paredes. Frente a ellos se situaban siete tronos los cuales parecían ser de piedra blanca, a excepción del séptimo y más grande trono el cual estaba hecho de cuarzo con detalles de plata.
Aemond siguió a su familia mientras entraban al salón situadose entre su hermano y hermana, detrás de su madre.
Una vez dentro su vista fue automáticamente dirigida al enorme trono de cuarzo y plata situado en medio del salón, donde una mujer de cabello bicolor se encontraba dándoles la espalda.
Está al escuchar la presentación del rey volteo dirigiendo su mirada hacia donde se encontraban. Aemond tuvo que contener la respiración al reconocer el rostro de la bella mujer. Era ella, la misma persona que le había enseñado sobre este templo, la misma que lo llevó a volar por primera vez y la misma que le había tenido la suficiente confianza como para darle un huevo de dragón.
Esperaba poder encontrarla al estar allí, pero sin duda no esperaba esto.
Allí estaba ella parada frente al trono más grande, en el centro del salón, el trono de plata, el trono que le pertenece a la santa del templo. Ella era la líder del templo.
Sin apartar su vista de ella continuó avanzando por el pasillo, hasta que su padre detuvo sus pasos al final del pasillo frente a su trono.
-sus majestades, nos honra tenerlos aquí- exclamó la santa de plata mirando a la familia real
-ha pasado mucho tiempo desde su última visita- exclamó lord Archer Seilt el líder de los cuidadores de dragones, desde su trono.
-Es un placer venir, ciertamente no lo hemos hecho tanto como nos gustaría - dijo el rey tranquilamente- tanto mis hijos como mis nietos nunca han puesto un pie en este tiempo, me alegra que al fin puedan apreciar su majestuosidad.
-agradecemos sus palabras majestad- dijo el líder de los médicos Orlo Peelz.
-Nuestra gente ha estado muy emocionada preparando todo para vuestra llegada- agregó Dulcie Connors la líder de las sirvientas- esperamos que todo sea de vuestro agrado.
-estoy segura que lo será lady connors- dijo rhaenyra dulcemente.
Antes de que alguien más pudiera decir algo el rey miró a la santa de plata quien se encontraba mirando a la familia real.
-Tsillash- dijo pausadamente el rey mirando a la mujer, creando un notorio cambio de ambiente.
-Viserys- dijo ella impasible, alertando a aemond al ver como se dirigió tan banalmente al rey de los siete reinos- ha pasado un tiempo- comentó sin abandonar la plataforma donde se situará su trono, otorgándole más altura.
-doce años- exclamó dijo este ignorando la falta de formalidades, ciertamente esta ya no era una charla entre todos, sino entre ellos dos- sin embargo tu te ves igual de hermosa que en aquel entonces- dijo suavemente el rey mirando con cariño a la santa.
-no puedo decir lo mismo de ti- exclamó divertida mientras descendía de la plataforma- te ves terrible- dijo cuando llegó hasta él dedicándole una pequeña sonrisa.
-verdad que sí- dijo daemon con burla mientras avanzaba dejando atrás al resto de los targaryen- los años le han jugado en contra- exclamó antes de abrazar fuertemente a la santa, sorprendiendo a todos los presentes- a ti por el contrario te sentaron de maravilla hermanita.