。・⁠*⁠.✧ Capítulo 3 ✧.⁠*⁠・⁠。

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Escondí las monedas en un pequeño bolsito de mi cinturón y cerré la tapa de la caja con cuidado, sin llegar a hacer ruido. Si todo esto se vendía... Sacudí la cabeza. No podía pensar en eso ahora mismo, primero tendría que salir de aquí con vida, después, quizás le robaría a un pirata.

Un estallido hizo temblar el lugar y me tapé los oídos en un jadeo de dolor. El sonido había calado lo más hondo y en momentos como estos odiaba tener el oído agudo de los elfos. Mareada, me apoyé en una caja. Esta cayó hacia atrás y yo con ella, desparramando las gemas y las joyas en el suelo en un estruendo.

—Mierda —murmuré aturdida.

Parpadeé varias veces buscando aclararme. Tenía que levantarme y salir de aquí, pero había algo... un canto, un susurro. Busqué con la vista a mi alrededor, a alguien o algo, pero no vi nada. Los zekel de oro lastimaron mis manos cuando hice el esfuerzo de arrodillarme con la cabeza baja. El murmullo se siguió escuchando.

¿Qué era?

Quizas alguna joya.

Empecé a buscar entre el contenido del piso y un collar llamó mi atención. La gema en forma de óvalo que guindando era del color de la sangre, más profunda y brillante que la gema de Astra. Pero aún así, había algo llamativo en ella. Sin pensarlo dos veces, la tomé y me puse el collar por encima la capa. Era bonito.

Era posible que el collar tuviera algún hechizo o maldición bastante poderosa, porque al segundo de habermela puesto, las enredaderas de mis brazos se calentaron junto con los de mi cuello en respuesta y un agudo dolor se clavó a lo largo de mi espina dorsal. La sensación era peor que cualquier cosa que hubiese experimentado, me hizo gritar de dolor y mis ojos se llenaron de lágrimas mientras apretaba con fuerza la mandíbula, y mis manos se apoyaban de una de las cajas.

El dolor volvió con mayor intensidad y la fuerza abandonó mis piernas, haciéndome caer entre el montón de joyas y oro. Intenté quitarme el collar, pero por más que mis manos intentaran romperlo, el collar se mantuvo intacto y quemó mi mano sacándome otro grito.

Respiré ahogada y las lágrimas cayeron. Era como si me estuvieran cortando con un cuchillo caliente por la espalda, como si mis enredaderas estuvieran en llamas. El fuego invisible ardió por todo mi cuerpo y caí al suelo nuevamente al intentar un incorporarme, llorando de dolor.

Jadeé y me quité la capa desesperada, me hice un ovillo deseando con todas mis fuerzas que el ardor se fuera. Entonces, un grito iracundo brotó de mis labios, desgarrando mi garganta y el aire abandonando mis pulmones, y el dolor, se desvaneció con él.

Respiré agitadamente y mi pecho subió y bajó con fuerza. Otro estallido hizo temblar el lugar y gruñí ante el dolor que me causó el sonido. Tenía que salir de aquí. Me levanté cómo pude y caminé entre tambaleos hacia la salida del container. Sentía mis orejas sangrar por el sonido. Estaba mareada, veía doble y apenas era capaz de mantenerme de pie.

Había olvidado por completo mi capa dentro del container, y no volvería por ella. Ni loca. Mi cabeza pesaba como un maldito muerto y apenas podía ver por donde caminaba. Los disparos lastimaban mis oídos, y sólo podía pensar en salir de aquel depósito. El emperador podía irse a la mierda si así quería.

Por razones como éstas había dejado de trabajar como el spektrum; no podía proteger mis orejas con magia por mucho tiempo, y había perdido mis aretes hechizados cuando me capturaron en Malvea, hace dos años. Me los arrancaron de las orejas brutalmente. Yo solo me había reído como respuesta, con el rostro ensangrentado y la mandíbula rota de tantos golpes.

«¿Donde estará la mujer?» me paré en seco. Me tambaleé hacia atrás y me sujeté del container como pude. La cabeza me empezaba a dar vueltas.

Imperio de furia y cenizas: Corte de sangre y viento | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora