37.- Freydis

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Rollo había encontrado el escondite donde estaba Lagertha, Bjorn Ubbe y Torvi, para decirle donde estaban pidió oro, plata y muchas cosas más, Ivar a regañadientes aceptó, Rollo le dijo donde estaban y Ivar se fue con algunos guerreros hacia allí, yo me quedé con Hvitserk. Ambos estábamos sentados en las escaleras de la entrada al gran salón con mi hijo sobre mis brazos.

— ¿Que hace esa esclava vestida de paisana? — mire a la rubia que besó a Ivar.

— ¿Quien? ¿Freydis? La liberó Ivar en York. — me explicó.

— ¿Perdón? ¿Cómo qué la liberó? — mi rostro se confundió completamente.

— Eso me dijo, que cuando estaba buscando a alguien para sacrificar, le dijo cosas sabías y la dejó en libertad. — mi corazón estaba comenzando a bombardear fuertemente.

— ¿Que clase de cosas sabias? — pregunté curiosa.

— Le dijo que no le tenía miedo y que haría cualquier cosa que le pidiera,  que sabía que era tullido, que su deformidad significaba que los dioses le apreciaban en especial. Que ella siempre lo sabía y que buscaba a personas distintas, porque esa era la verdadera señal y que el era muy especial. Que estaba destinado a hacer grandes cosas. Por eso la liberó. — por mi expresión se dio cuenta de que aquello no lo sabía. — Pensaba que te lo contó...

— No, ni si quiera me dijo que era libre y yo he quedado como una ridícula amenazandola, ¿que tiene esa maldita sucia que lo tiene tan convencido? — resople indignada.

— Parece que tienes celos. — se burló.

— No tengo celos de esa sucia, solo protejo lo que me pertenece, pero si lo que me pertenece quiere más, entonces seré yo quien se vaya con mi hijo. — mantuve mi postura. — Estoy harta de ser siempre la tonta de la historia.

— ¿Y a donde irías Eyra? ¿Crees qué Ivar te dejaría marchar con su hijo? — me miraba con pena. — No puedes irte, al menos no me dejes sólo aquí.

— Si algo pasa con esa ex esclava, yo ya no pintare nada aquí, Hvitserk. Y me iré lo más lejos posible, no tengo yo porque caer en vergüenza. — dije y la carroza de Ivar apareció por la entrada de Kattegat llegando hacia nosotros.

— No los has encontrando. — dijo Harald apareciendo tras de la carroza.

— No, se habían ido, dejaron a esta. — señaló dentro de la carroza. — La han abandonado. — golpeó su cabeza.

— ¿Porqué está atada?

— Porque está loca. — obvió. — Hvitserk, la conoces, ¿no? — Hvitserk se acercó hacia la carroza para ver de quien se trataba.

— La recuerdo bien. — le dijo mientras Ivar bajaba de la carroza. — Hola, Margrethe.

Ivar vino a mi lado y se sentó. — ¿Como están mis dos personas favoritas? — sonrió ampliamente.

Eyra sangre fría - ᴠɪᴋɪɴɢs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora