38.- Margrethe

108 17 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

───────────────────────────────

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

───────────────────────────────

Iba caminando por Kattegat y a lo lejos vi a Freydis entrando con el que arregla los hierros de Ivar de sus piernas, curiosa me acerque hacia aquella pequeña caseta en la que entraron y por lo que vi, parecía que estaban bastante alegres. Ivar tenía que saber que es lo que hacía su ex esclava favorita con el esclavo.

— A qué no sabes lo que acabó de ver. — no podía dejar de reírme ante tal situación.

— ¿Que es lo que has visto para que te tenga tan contenta? — me miraba sonriendo.

— Freydis se estaba acostando con tu esclavo, el que te hace lo de los hierros de las piernas. — comencé a largar una gran carcajada.

— Venga ya, estás alucinando. — negaba con la cabeza.

— ¿Porque no? ¿A caso tienes celos de que el se haya acostado con ella antes que tu? — mi voz cambió de alegre a una voz bastante ronca.

— ¿No serás tu la celosa porque una ex esclava éste tras de mí, mmm? — se acerco a mi, colocando su cabeza sobre mi hombro respirando contra mi cuello.

— Ya te he dicho que no soy celosa, intento cuidar lo mio, pero si lo mio se deja... Pues yo me voy. — me aparté de él queriéndome ir de allí pero sus brazos sobre mi cintura me lo impidieron.

Olio mi pelo. — Me encanta cuando te pones así, a la defensiva y tan... Dominante. — lentamente una de sus manos comenzó a bajar desde mi cintura hasta la comisura de mis pantalones, que sin permiso continuo bajando la mano introduciéndola por dentro del pantalón hasta llegar a mi intimidez y comenzando a jugar con ella, haciendo que soltarse un leve gemido.

— I... Ivar.. Ahora no... — dije entre gemidos.

— Sh... Estamos solos y yo siempre tengo ganas de hacerte mía. — susurró sobre mi oído y me giró hacia el bruscamente, devorando mis labios sin permiso y llevándome hacia la cama.

Me empujó haciéndome caer sobre encima de la cama, vino hacia mi y se colocó encima, empujando mis piernas hacia los lados para el poder apoyarse sobre mi, su bulto comencé a notarlo conforme se acercó a mi parte íntima, comenzó a desabrochar los botones de mi camisa y la apartó mostrando mis lechos desnudos ante sus ojos.

Comenzó a subcionarlos con ferocidad, y mis gemidos comenzaron a salir de mi, con otra de sus manos, comenzó a bajar mi pantalón y de un solo movimiento, los apartó. Con su mano libre, comenzó a jugar con mi intimidad introduciendo sus dedos sin aviso, encurve mi espalda del placer mientras aún jugaba con mis pechos y su mano no salía de mi.

Sacó su mano de mi para bajar su pantalón, una vez lo consiguió, restregó sin introducir su miembro sobre mi parte íntima, provocandome cada vez más para que entrase de una maldita vez.

— Haz lo ya, por favor. — pedí entre jadeos y me sonrió con picardia.

— Di que eres mía. — hablo con voz ronca.

— Soy toda tuya. — asentí mordiendo mi labio inferior.

— Dilo más alto. — pidió con su voz ronca.

— ¡Soy toda tuya! — alce un poco la voz.

Y sin aviar entró dentro de mi consiguiendo que gimiera más alto de lo normal. Agarró mi cuello y lo estrujó suave pero ferozmente a la vez consiguiendo que arquease un poco la espalda por el placer que estaba consiguiendo darme. Sus embestidas cada vez iban más rápidas y fuertes y aquello me llenaba placenteramente, sus ojos estaban llenos de lujuria y podría jurar que estaba completamente excitado ante mis palabras anteriores.

— ¿Quien es el único que te hace gozar, mmm? — susurró roncamente sobre mí oído.

— Tú... — dije entre jadeos a punto de llegar al orgasmo.

Por mi rostro supuse que se dio cuenta de que estaba apunto de llegar, así que empezó a hacer más presión e ir más rápido, así pudiendo llegar los dos al orgasmo a la misma vez.

Al acabar, Ivar todavía estaba colocado encima de mi, beso mis labios introduciendo la lengua, era un beso apasionado pero sin lujuria.

— Te amo, mi amor. — besó de nuevo mis labios. — Te amo como jamás he amado nunca a nadie. — volvió a besar mis labios. — Y siempre te amaré, incluso cuando estemos en el Valhalla. — besó mis labios de nuevo y se tumbó boca arriba de la cama, agarrandome por la espalda para que me acunase sobre su pecho desnudo.

───────────────────────────────

Ivar se levantó sofocado de la cama quedando sentado mirando hacia el frente con la respiración acelerada.

— ¿Ivar, que pasa? — le abracé por los hombros.

— Creo que he tenido una pesadilla. — aún tenía la mirada perdida y su respiración descontrolada.

Apoye mi cabeza sobre su hombro sin dejar de abrazarlo y acariciarlo. — Tu lo has dicho, ha sido una pesadilla, intenta volver a dormir o cuéntame si quieres.

Le ayudé a tumbarse boca arriba de la cama mientras colocaba mi codo sobre la almohada y sostenía mi cabeza con la mano para poder verle mejor. Su mirada estaba sobre el techo.

— Estaba... Estaba aquí en la cama contigo y me decías que esperabas otro bebé, te decía que te quiero, nos besamos y de repente me clavaste un cuchillo en el corazón y cuando puse mi mirada sobre ti, era Margrethe, que me sonreía con maldad y... Me mataba. — su voz era con temor.

— Margrethe no va a matarte, estoy aquí contigo y no lo permitiré. — le dije y vino hacia mi apoyando su cabeza sobre mí pecho.

— Nos matará a todos.

— Shh, duerme, Margrethe no va a matar a nadie. — comencé a acariciar su pelo.

───────────────────────────────

Narrador.

Ivar había hablado con Hvitserk sobre lo loca que se había vuelto Margrethe, y este le confirmó que no mataría a nadie. Harald le dijo a Ivar si se acostó con la ex esclava, Freydis, ya que la vio salir de sus aposentos arreglandose el vestido, Ivar negó aquello, le dijo que intentó acostarse con el pero la rechazó y que aún no se lo había contado a Eyra, tenía miedo de su reacción y prefería mantelerlo así, pidiéndole a Harald y a su hermano que guardasen silencio.

Esa misma noche Ivar ordenó a sus guerreros que matasen a Margrethe porque estaba loca y sería capaz de matar a él, a su mujer y a su hijo.

Eyra sangre fría - ᴠɪᴋɪɴɢs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora