26.- Reacción

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— Creo que tendrías que decírselo a Ivar... — me decía Ubbe acariciando mi cabeza.

— Hemos discutido y lo que menos me apetece ahora es verle la cara. — negué.

— A mi me gustaría que mi mujer me lo dijese. Por los dioses Eyra... Yo te acompañaré si es necesario, pero debes de hacerlo, quizá eso sea una razón para que baje esos humos de superioridad. — su voz parecía suplicante.

Me aparté de el y le miré. — Esta bien... Pero iré sola, acompáñame si quieres hasta la puerta pero, iré sola.

Ubbe asintió y nos fuimos hacia las puertas de la iglesia, donde Ivar se la ha quedado para el solo. Al llegar a las puertas, mi cuerpo comenzó a temblar asustada por lo que podría pasar o como se lo tomaría. Ubbe notó mi nerviosismo y cogió mis ambas manos contra las suyas.

— Relájate, respira hondo, no te ocurre nada malo pequeña, eres Eyra sangre fría y nada puede contigo. — besó mi frente. — Venga, ve.

Solté todo el aire que tenía acumulado, agarré un anillo que tenía sobre uno de mis dedos y comencé a jugar con el, entré, di unos pasos hacia delante hasta que mis ojos se abrieron lo máximo posible al ver aquella imagen que jamás pensé que llegaría a ver. Había una esclava desnuda sentada en su regazo besándole, con la mano puesta sobre su miembro. Mi anillo calló al suelo y rebotó el sonido metálico sobre todo el lugar, haciendo que éstos dos pusieran su mirada en mi.

Ivar apartó bruscamente a la muchacha, esta rápidamente agarró su vestido y salió de allí por la puerta trasera. — Eyra esto no es lo que parece, puedo explica...

— ¡NO! — grité con dolor. — ¡No hay nada que explicar Ivar, no hay nada que explicar! — y sin dejar que esto siguiera a más, salí por la puerta corriendo lo más rápido posible.

— ¡EYRA! — oí gritar a Ubbe y correr detrás de mi sin entender que es lo que había ocurrido. — ¡Eyra, para, para! — se puso delante de mí parandome. — ¿Que ocurre? ¿Qué ha pasado?

Mi respiración iba muy acelerada, mi corazón me estaba doliendo, aquella imagen no se iba de mi cabeza. La vista se me estaba nublado, creo que estaba apunto de desmayarme.

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Ivar.

Le pedí a uno de mis guardias que me trajeran esclavas para decidir quién sería sacrificado para que podamos luchar contra los sajones que se aproximaban. Uno de mis guardias entró con una muchacha rubia, era guapa, pero no tenía comparación con Eyra. Nadie superaba a mi Eyra.

Alcé la mano para pedirle a mi guardia que se fuera. La joven no dejaba de mirarme sonriendo, parecía no temerme.

— Exclava, ¿Sabes quien soy?

Eyra sangre fría - ᴠɪᴋɪɴɢs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora