55.- Katia

89 16 1
                                    

───────────────────────────────

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

───────────────────────────────

Me distancié con mi hijo, me vine de nuevo a la cabaña alta sin querer saber nada sobre gobernar Kattegat, lo hablé con Gunnhild y le dije que ella debía mandar, yo no quería saber nada sobre Kattegat, no después de haber perdido a dos seres queridos de mi familia. Solo quería estar por y para mí hijo, pero que si necesitaba mi ayuda, siempre la tendría.

Estaba con mi hijo intentando dormirlo, cuando la puerta de repente de abrió bruscamente y unos nombres extraños aparecieron por ella.

— ¿Quiénes sois? — cubrí a mi hijo.

— Venimos a por usted y su hijo, Eyra sangre fría. — habló uno de ellos.

— No pienso irme con nadie y mucho menos tocareis un solo pelo de mi hijo si no queréis morir. — amenacé con el cuchillo que tenía en mi mano.

— Yo de ti no pondría resistencia, vais a venir con nosotros te guste o no.

— ¿Quien os envía? ¿Ivar? Porque si es así, no pienso ir. — seguí amenazando.

— No, no ha sido su ex marido.

— ¿Entonces? — el hombre miró a los otros hombres y estos comenzaron a venir hacia nosotros.

Pelee como pude, uno de ellos cogió a mi hijo. — ¡Mami! — Gritaba asustado.

— ¡Suéltalo! — grité queriendo ir hacia el pero tres hombres más me sostenían a la fuerza.

Nos sacaron de allí, intentaba poner resistencia, pusieron una cuerda sobre mi boca para impedir gritar, mi hijo lloraba sin entender que es lo que ocurría, yo solo intentaba encontrar su mirada para que viera que estaba con el. Nos subieron a un barco a las afueras de Kattegat, me quitaron la cuerda y me dieron a mi hijo.

— Tranquilo, mi amor, todo ira bien, todo ira bien. — abrazaba a mi hijo con fuerza.

— Tengo miedo mami... — lloraba desconsoladamente.

— No te va a ocurrir nada, estoy aquí contigo, duérmete, todo saldrá bien, te lo prometo.

───────────────────────────────

Llegamos a un sitio extraño, parecía un palacio romano, no se exactamente donde me encontraba, Eirik todavía dormía, no quería despertarlo. Al llegar a la plaza, la gente nos miraba con curiosidad. Uno de los hombres bajó, y alzó sus manos pidiéndome bajar con su ayuda, accedi entregando primero a mi hijo para después bajar yo sin necesidad de que nadie me cogiese.

— Seguidme, pero mantente cubierta con la capucha y cubre a tu hijo lo mayor que puedas. — me susurró un hombre a mi lado.

Asenti sin entender exactamente qué es lo que ocurría, me llevó hacia una caseta y al entrar, éste enseguida cerró la puerta tras de mí. Había una cama grande, una mesita, una chimenea y poco más, lo esencial para poder tener cobijo. Puse a mi pequeño sobre la cama y me puse a su lado, con la guardia puesta ante cualquier movimiento extraño.

Eyra sangre fría - ᴠɪᴋɪɴɢs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora