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1993

Después de aquella tarde, conoció a Yoon Yoonah como su nueva vecina y esta vez no pudo implorar más que nadie a sus dioses para que ellos se quedasen. Para su buena o mala suerte, ellos aún no decidían su estadía hasta que llegara el gemelo de la chica ,ya que, por lo que escucho de las ancianas era que el chico tocaba tan bien el violín que le dieron una beca para asistir a un campamento de verano en la capital.

— Se llama Jeonghan y probablemente no te agrade. — Se rio la chica.

— ¡Oye! No creo ser una persona desagradable. — Se quejó a su costado y le dio un leve empujón con el hombro. 

— No es eso. — Yoonah tenía su mirada fija en las olas y el reflejo de ellas hacían brillar sus ojos. — Sino que Jeonghan es difícil, ¿sabes? Aunque prácticamente somos dobles es diferente en todos los sentidos posibles que incluso a mí me costó entenderlo. — 

Habían pasado dos semanas desde que ellos se empezaron a conocer, Seungcheol, pudo tomar el consejo de Seokmin de hacerse el interesante y no demostrar tan directamente su gusto hacia ella ;sin embargo, no podía. Después de la cena que hubo en su casa preguntó por su dirección y su número de la casa, algo muy dentro de sí, le decía que la perdería sino daba el primer paso. Así que ahora cada que podía intentaba llevarla a cada rincón del pueblo y darle más de mil y un motivos por los que quedarse, pero después de días, pudo ver que el hermano de ella tendría más protagonismo en su vida.

Aún sin conocerlo, Jeonghan, se convertía en una carga en su posible romance.

— Cuéntame más sobre él. Claro, si es que quieres. — Habló compasivo.

"Ten de cerca a tus enemigos". Sería la frase que aplicaría este verano.

— No... No creo que sea necesario. — La castaña se levanta de la arena. — Deberías conocerlo por tu cuenta. Siempre es más divertido resolver un misterio solo. — Ella le extendió la mano.

— Si es un misterio, al menos, me deberías dar una pista. — Bromeó él levantándose del lugar.

Estaban frente a frente a menos de un metro de distancia. El atardecer estaba dando un guiño con sus sombras y colores, las gaviotas ya no se asomaban y los ojos de Yoonah se volvían pardos. Cada día que pasaba estaba convencido en que ella debía ser la dueña de su corazón. Sus labios se separaron para soltar un suspiro y ella volvió a hablar.

— ¡Bien! Solo te diré que es un rubio oxigenado. — Con eso dicho, corrió hacia el mar. — ¡El que llega último paga las hamburguesas! — 

Los pocos segundos en que su corazón se detuvo fueron abruptamente interrumpidos por pasos rápidos tras de ella junto a unas risas.

— ¡No seas tramposa! —

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App para corazones heridos en busca de ternura (BL/ SEVENTEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora