Al parecer las alitas y papás que habían llegado estaban incompletas , por lo que, decidieron esperar mirando la televisión ;sin embargo, ninguno de los presentes podía concentrarse en lo que se supone que estaba en frente suyo. Mientras Seungcheol divaga entre la reacción más correcta a toda la situación, Jonathan manifestaba que el mayor no le hiciera más preguntas.
¿Podría llegar a ir a la cárcel?
Fue una de las preguntas que rondó por su mente al ser consciente que Jonathan seguía siendo un niño y si es que había escapado de algún familiar, estos lo estarían buscando y ser cómplice en su fuga no sonaba nada bien. Debía ser serio en el asunto, pero no sabía cómo. Tampoco sabía el panorama completo, en los pocos días que el chico venía a su casa, descubrió que si bien es alguien impulsivo e incluso inseguro, nunca hace las cosas sin una razón. Sentía compasión por ello.
— ¿Jonathan, acaso con quien te mudarás es alguien que te hizo daño?— Habló de manera calma y suave, pero lo suficientemente audible, como para asegurarse que lo escuchó.
— Yo... Mi tío en realidad no me ha hecho nada malo, ni nada, en realidad. Solo que... No sé qué pasará luego de mudarme con él. ¿Ha escuchado la frase "nunca conozcas a tus ídolos"? — Un poco desconcertado mira fijamente al chico.
— Bueno, creo que esa frase se aplicaría a él. Sé por mi madre lo genial que es y lo mucho que ha hecho para ser reconocido, pero... tengo miedo de decepcionarme y decepcionarlo. Yo estaba cómodo con la vida que tenía, era simple, pero al menos era llevadera. — Lágrimas discretas se deslizaron por su mejilla. — ¿Y si al mudarme todo lo que conozco desaparecerá? Ya no me siento cómodo pretendiendo estar bien cuando después de todo solo tengo diecisiete años. —
Procesando sus palabras y entre frases, Seungcheol, cree haber descubierto qué le pasaba al chico.
¿Esto no se trataba de solo una mudanza y nada más no?
— ¿Le haz dicho a tus padres sobre cómo te sientes al respecto? —
— No. — El chico mira a su terraza. — No tengo medios para decírselos. —
— ¿Jonathan esto no es solo una mudanza, verdad? — Es honesto con lo que piensa y se lo dice. Si quería ayudar al chico, debe de saber qué es lo que pasa.
Ambos conectan miradas.
Mierda.
Habían tocado el timbre.
Con el ambiente roto, se recompone y va hacia la puerta sin siquiera ver quién se encontraba fuera. Solo quería tener la puta comida en sus manos de una vez y alcanzarle un pañuelo al chico.
— Para la próxima vez, espero que no se vuelvan a cometer esta... — Su voz se detiene al abrir por completo la entrada.
.
.
.
Su corazón se detuvo.
— Jeongha...— Sus labios temblaron antes de si quiera completar la frase.
No supo si fueron minutos o segundos por los que hubo silencio y aquella borrosa imagen en su memoria poco a poco se embelleciera y cobrara color, vida y forma. Incluso creía inconscientemente de poder recordar hasta su aroma, su pequeño lunar en su mejilla, las tonalidades ámbar tras sus pestañas y la manera aterciopelada en la que caía su cabello por sus hombros... y finalizar con lo redondo de sus labios.
Jeonghan.
Jeonghan.
Aquel maldito nombre que le había causado pesadillas y maldiciones... estaba en frente suyo tan malditamente bello como la última vez que estuvieron frente a frente hace treinta años.
— ¿Jonathan dónde estás? — El silencio se rompió abruptamente con la voz del rubio.
Sin siquiera inmutarse por el pequeño shock que sufrió Seungcheol, pasa por su lado sin siquiera saludarlo y entra como si ya conociese el lugar.
— Tío...— El mencionado decide pararse de su asiento y al igual que Seungcheol parecía ser la primera vez que hubiese visto al rubio en años, estaba paralizado.
Jeonghan con rapidez fue tras del chico y lo abrazó.
— Lo siento por tardar tanto. Te llevaré a casa pronto, ¿okay? — Yoon le acaricia las mejillas húmedas del chico, aunque este ya lo sobrepasase en tamaño, no puede evitar sentir un inmenso cariño y ternura. — Perdón, Jonathan, perdón. —
Al dueño del lugar no le queda más que observar a los dos desde el recibidor, no sin antes, tocar su pecho para calmarse. ¿Qué mierda estaba pasando? Sus labios no podían pronunciar una maldita palabra bien y sus pensamientos ni siquiera eran coherentes.
— Tío, yo...— Al parecer el niño seguía confundido. — Puedo explicar esto...—
— Alista tus cosas, Jonathan, iremos a casa. Luego hablaremos de esto.— Jeonghan lo suelta para que este agarre su mochila. A pesar de lo dura que sonaran sus palabras, la voz suave y dulce del mayor apaciguó el significado.
Todo fue rápido, desde como el muchacho agarro sus respectivas maletas y se despidió de él hasta el momento en que fue capaz de tomar por la muñeca al rubio y hablarle apropiadamente.
— Jeonghan. — "Quédate por un momento más." — ¿Qué estás haciendo aquí? —
— Quien debería hacer esa pregunta ahora soy, yo. ¿No te parece, Choi? —
Fue lo último que escuchó decir antes de que su agarre fuese soltado y la suavidad que sostenía desapareciese y fuese remplazado con el frío de la temporada.
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App para corazones heridos en busca de ternura (BL/ SEVENTEEN)
RomanceTenía cuarenta y siete años y se sentía lo suficientemente mayor como para recordar quien fue su primer amor... ¿O tal vez no?