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1993

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El día que tanto había aguardado y preparado llegó.

Hoy día se declararía ante Yoonah después de que hace unos días se confirmara que los Yoon se quedarían a vivir en el pueblo. ¿Se supone que eso era un triunfo, no? Viendo el ramo de rosas reposando en su cama, solo suspira, algo... algo no se sentía correcto. Después del lago, tanto Jeonghan como él no se volvieron a cruzar ni de casualidad y tampoco es como si lo hubiese buscado. Ahora cada que iba a la casa de los Yoon, sudaba por los nervios de volver a verlo, hasta se podría decir que intentaba evitar mirar hacia su alcoba. 

Miró el reloj en su habitación: 6:00 pm.

— En unas horas comenzará a tocar. — Susurró.

Si no se equivocaba, en este momento, Seokmin, terminaría de colocar algunas bebidas que le pidió e iría al concierto. Oh, el concierto...  Las personas estaban yendo directo a la plaza del lugar en vez de la feria como se acostumbrara. ¿Qué había cambiado? Bueno, la respuesta era simple: Jeonghan estaba allí. El pueblo tenía la dicha de darse el lujo de decir que de allí provenía un prodigio musical; así que, todos esperaban conocerlo, oírlo y deleitarse. 

Sin esperar un minuto más, sale de su habitación con el ramo y se dirige a la casa de Yoonah.

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— ¿Seungcheol, no querías decirme algo? —

Los fuegos artificiales estaban dejando de parpadear, el cielo volvía a tornarse negro y las estrellas regresaban a la vista. Yoonah lucía brillante tal y como la imaginó y soñó todo el verano. El viento despeinaba su cabello con gracia, sus mejillas se reflejaban en las sombras cálidas que daba el mirador, sus ojos lucían tan pardos y profundos como siempre simplemente: Hermosa. 

Sin embargo, cuando su lengua se despegó del paladar, nada salió.

Su mente quedó en blanco.

Como si el reventar de los fuegos artificiales lo hubiesen aturdido lo suficiente como para dejarlo sin nada que oír, más que el recuerdo del concierto de Jeonghan, sus nervios se pusieron de punta en tan solo pensarlo.

 Abrió sus labios.

La brisa era fuerte en el lugar, se suponía que debía ser frío y aún así tenía las mejillas y pulgar cálidos. El casto beso inocente de sus labios en el dorso de su mano cuando lo felicitó por su concierto antes de ir con Yoonah al mirador, empezaba a quemarle. Mierda

No debió saludarlo, no se suponía que fuera él quien se encontrase primero tras el telón, ni que lo encontrara en traje blanco, ni con un peinado lo suficientemente delicado y cautivador que se atrevió a tomar su mano y darle un beso como si fuese una señal de "suerte", cuando en realidad no era más que un intento desesperado de volver a tener contacto.

El viento en su rostro dejó que su mente dejara de divagar.

Yoonah estaba en frente, lucía como si esperara un beso. Lucía como si lo quisiese, lucía como si estuviese dispuesta a escucharlo; aunque lo rechazase, lucía amable, lucía dulce, lucía fuerte. Pero a pesar de todo lo que pensó amar, ahora, retrocedía unos pasos. 

Yoonah lucía más perfecta de lo habitual y sin embargo comprendió más que nada -en esos pocos segundos- que extrañaba el lunar en la mejilla derecha de Jeonghan, junto con sus leves ojeras, su cabello rubio y sus labios ligeramente curveados.

App para corazones heridos en busca de ternura (BL/ SEVENTEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora