Cap 20 °Esencia del pecado°

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El momento en el que la esencia divina me envolvió fue una experiencia sobrecogedora. Sentí como si estuviera flotando en un océano de luz, mi ser fusionándose con la energía universal. Era como estar en presencia de algo infinitamente más grande que yo, algo que trascendía la comprensión humana. La presencia de Dios me llenaba de una paz profunda y a la vez de una responsabilidad abrumadora. Sin embargo, a pesar de la magnificencia de este encuentro, sabía que no podía quedarme atrapada allí a mi mente solo venia la imagen de Lucifer. Había una misión que cumplir, una tarea que no dejaría de lado por ningún Dios, ni ángel, las llaves del destino estaban dispersas y debía encontrarlas. Con determinación, me aparté de esa esencia divina y volví a mi cuerpo con un sobresalto. Tomé mi mochila y saqué los mapas y los libros que había recopilado hasta ahora. Mi misión era encontrar las siete llaves que, según las antiguas profecías, estudié los mapas detenidamente junto con Gabriel, buscando patrones, conexiones, cualquier pista que pudiera llevarme al próximo destino.

Y así mi tiempo en el cielo pasó volando mientras buscaba la tercera llave. Con la guía y ayuda del arcángel Gabriel, me sorprendió gratamente lo rápido que avanzamos, en gran parte gracias a la colaboración de los ángeles celestiales que se cruzaban en nuestro camino. Parecía que el cielo mismo estaba deseando que tuviera éxito en mi búsqueda. La primera llave, la que había encontrado en el Santuario de las Estrellas, había sido un verdadero regalo divino. Aquel lugar mágico, donde las estrellas eran guardianas de secretos celestiales, aquello había sido una experiencia inolvidable. Había sentido la conexión entre el universo y mi propia alma mientras las estrellas me guiaban hacia la llave, teniendo que descubrir un antiguo mensaje celestial, uno que solo se revelaría en el momento adecuado. Fue un desafío fascinante que me llevó a explorar los rincones más profundos del cielo. Las palabras de Dios resonaron en mi mente: "En el momento adecuado". Esta frase había sido un enigma que me había llevado a descubrir el mensaje oculto en el firmamento. Ahora, con la llave en mi posesión, nos embarcamos en la búsqueda de la cuarta y Gabriel me guiaba con paciencia y determinación. Por lo que nos dirigimos hacia el próximo lugar y el Jardín de las Virtudes se extendía ante mí como un paraíso de paz y armonía para encontrar la cuarta llave y aunque enfrentar pruebas de virtud y sabiduría en este jardín parecía un desafío, no sentía miedo en absoluto. Después de todo, estábamos en el cielo, donde la ayuda y la benevolencia eran omnipresentes.

Los ángeles guardianes, seres de luz y pureza, se alineaban en los caminos del jardín, esperando para guiarnos, cada uno de ellos irradiaba bondad, aunque a pesar de la compañía tranquilizadora de Gabriel y la guía de los ángeles, mi mente y corazón seguían pensando en Lucifer. Su imagen persistía en mis pensamientos, y su presencia en mi vida se hacía sentir incluso en este lugar sagrado. Me preguntaba si él estaría pensando en mí, si sentiría mi ausencia en el inframundo.

El majestuoso Jardín de las Virtudes, un lugar que irradiaba una calma y serenidad sobrenatural. Las flores resplandecían con colores que parecían imposibles, y el aire estaba lleno del suave perfume de la virtud. Aquí, en este rincón celestial, encontraríamos la última llave del Cielo. Mientras caminábamos por el jardín, el Arcángel Gabriel y yo compartíamos pensamientos silenciosos, él sabía perfectamente lo que pensaba y en este momento no me molestaba, el jardín estaba lleno de maravillas. Árboles de hojas doradas, arbustos con flores que brillaban como gemas y fuentes cristalinas que cantaban melodías celestiales.

Mientras avanzábamos, vimos a lo lejos a un sabio profeta que estaba sentado bajo un árbol de luz dorada. El aura de virtud que lo rodeaba era palpable, como un manto de paz y amor. Gabriel y yo nos acercamos con humildad, conscientes de que estábamos en presencia de algo divino.

El sabio profeta nos miró con ojos que parecían contener los secretos del universo. Sus palabras eran suaves y llenas de sabiduría cuando nos habló. "Ya sabía que vendrían, el destino me lo susurró al oído, A lo largo de los años, he aprendido y comprendido. En las arrugas de la vida, en los libros leídos, El camino se desvela, como un misterio compartido."

◈Mordiendo la Manzana◈ Lucifer x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora