| CUATRO |

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La noche está tan fría que tuve que cubrirme el cuerpo con dos sabanas, me cubría desde la cabeza hasta la punta de los pies, parezco una momia o un cadáver que va directo a la morgue.

La cama se siente tan suave y mi sueño tan placido que no quiero levantarme al baño para orinar. Trato de quedarme dormida pero la presión en mi vejiga es tanta que empieza a doler, gruño y me pongo de pie.

—Mierda, maldita vejiga. —me siento en la cama con los ojos cerrados porque si los abro mucho perderé el sueño. —Solo a mí se me ocurre tomar agua antes de irme a dormir, estúpida, estúpida, estúpida.

Hablo medio dormida mientras me pongo las pantuflas de tiburón, siento el cuerpo pesado por las horas que he dormido y debo de tener el cabello enmarañado por la forma en la que me muevo en la cama.

Camino con pesadez y entro al baño de mi habitación sin encender la luz, me siento en el inodoro y me dedico a hacer mis necesidades.

—Arrurú, arrurú mi niña...—de seguro parezco una loca arrullándome yo sola mientras orino con los ojos cerrados.

Termino y me lavo las manos, salgo y camino de nuevo a mi cama. Me meto bajo las sabanas nuevamente y cuando encuentro una posición cómoda siento el peso de una mirada atrás de mí.

Giro con miedo y la sombra de un hombre sentado en mi sofá me hace sentarme de golpe.

—¿Anabelle? —Si, tengo que dejar de ver películas de miedo. Me restriego los ojos y enfoco bien la vista. —¿Levi?

Mi novio está sentado en la silla de mi escritorio que da a la ventana de afuera.

—Estuve a punto de irme, me das miedo cuando duermes.

—¿Qué?

—Te sentaste en la cama, ofendiste a tu vejiga, te llamaste estúpida tres veces y luego te arrullaste en el baño, parecías poseída.

Levi está en su primer año de Universidad mientras que yo en mi ultimo año de escuela. Decidimos llevar una relación a distancia por un año mientras yo entro a la misma universidad que él.

La última vez que nos vimos fue hace unos cinco meses para las vacaciones de navidad y solo nos vimos por unos pocos días. El corazón me late tan rápido por la emoción de tenerlo aquí en mi habitación, tan cerca de mí.

Pero la emoción es traicionera, porque no me deja mover ni un solo músculo y sigo sin poder asimilar que mi novio está frente a mí. En mi habitación.

Las relaciones a distancia no muchas veces funcionaban, se debía tener mucha confianza entre ambos y una buena comunicación; por el momento, Levi y yo íbamos bien y no faltaba mucho para volver a estar cerca el uno con el otro.

Tomo el borde de las sabanas y la levanto, invitándolo a acostarse a mi lado, por lo poco que podía ver bajo la poca luz, llevaba un jeans, una camiseta blanca pegada al cuerpo y su chaqueta de hermandad de la Universidad. Se mira muy apuesto.

—Ven bebé. —le digo palmeando el lado de la cama vacío.

—Tsk, no me llames así. —Se pone de pie y camina de mala gana a la cama, se mete bajo las sábanas y acomoda su cuerpo al lado del mío. Su olor me embriaga y respiro hondo para llenar mis pulmones de él.

Le abrazo el torso con mis brazos y descanso mi rostro en la curva de su cuello deleitándome con la sensación que me brinda la comodidad de su cuerpo.

Él me rodea con sus brazos apretándome a su pecho. De repente todo retazo de sueño desaparece y es sustituido por la plenitud que siento al tenerlo ahí.

Una vida antes de ti || +18🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora