02

1.3K 153 7
                                    

La tarde había llegado y Gyuvin se encontraba en la casa de Ricky o la 'Mansion de Ricky' según él. Era de saber que el chino venía de una familia adinerada pero Ricky nunca le tomo el real peso a el hecho de que el sueldo de sus padres son el quíntuple de los padre de Gyuvin. Los cuadros costosos, las tazas finas y de porcelanas, las paredes blancas y las cortinas de las ventanas tenían la costura más fina que alguien podría tener... pero Ricky realmente lo podía tener.

Nunca sintió envidia, quizás por el hecho de que crecio en esa casa y también porque Ricky nunca mostró una actitud arisca a su forma de vida. Aquel chico rubio conocía a la perfección su casa y aunque ahora era más grande que la de antes y su situación era mejor, cuando su hogar era más pequeño y de notorio bajo recursos Ricky nunca lo miro en menos. Su lugar seguro estaba con el, incluso en cosas materiales podía sentir el apoyo del chino.

Conocía la casa con los ojos cerrados y la habitación de Ricky era realmente su lugar favorito, era una habitación amplia pero lo suficiente como para parecer un cuarto normal, lo que más le gustaba del lugar era el mini sofá que se encontraba en la habitación que daba la vista a un parque enorme, lleno de árboles, cerezos y manzanos, dónde el sol podía regalarles los atardeceres más lindos a Ricky. El sofá ahora se sentía muy justo para ambos pero a los 6 años de ambos el sofa en ese entonces era enorme, pero no sé quejaba, no podía quejarse cuando en ese sillón habían ocurrido muchas cosas. Sus primeras peleas, sus primeras reconciliaciones, sus acuerdos, sus risas, sus llantos, en ese sofá ambos habian compartidos sus sueños y metas, habían muchas cosas tatuadas, si algún día ese sofá se iba estaba seguro que sufriría.

Se encontraba acostado en aquél sofá, estaba semi recostado y aún así sus pies quedaban fuera de este, escuchó como unas manos golpeaban fuerte el teclado y un gruñido débil.

— se enojo el gatito —dijo gyu en un tono cantarín.

— igual si tú me ayudarás en la tarea de ambos esto no estaría pasando.

— oye ya —hablo más dominante de lo normal— la tarea se entrega en dos semanas más y nos falta solo la conclusión.

Se levantó de aquel cómodo lugar para ir a la cama donde apenas sus ojos miraron aquel lugar divisó a ricky con un puchero y los ojos afilados mirándolo fijo, con una sonrisa se acercó y comenzó a hacerle cosquillas, Ricky no era tan cosquilloso pero había un punto  que solo conocía Gyuvin y aquel castaño siempre lo buscaba para hacer que se retorciera de risa en su propia cama.

Ricky encontraba que era un traición, ser torturado en su propia casa.

— ven.

Gyuvin tomo la mano de Ricky y lo llevo al sofá, apenas las 7 de la tarde y el sol aún no se escondía pero estaba apunto de decirle adiós a la luna para que está diera su brillo. Se acomodo como estaba anteriormente y con sus manos le hizo una seña para que se acomoda encima de él. Ricky no dudo y coloco su cabeza en el pecho de gyuvin y su cuerpo caía sobre gyu encajando, como siempre, totalmente bien.

Ricky como pudo coloco sus brazos al rededor de la cintura de gyu y para su mejor comodidad subió una pierna un poco casi llegando a la rodilla de este. Mientras Ricky se acomoda Gyuvin solo mimaba su cabello, enredando sus dedos en esos hilos dorados que amaba.

hasta él parece ser hecho de porcelana

La vista que le regalaba el día era hermosa, ricky disfrutaba del como el cielo de apoco iba tomando un color rosado, las nubes se pintaban de color morando y naranja, los árboles moviéndose con el pequeño compas del viento y estar en los brazos de gyuvin parecía todo su estrés y malestar irse. Gyuvin mantenía una mano en su cabello y la otra jugaba con la muñeca de su mano caída, haciendo círculos y de vez en cuando jugueteando con toda su mano, tomándola o simplemente acariciándola. Se sentía realmente en paz, como si nadie podría hacerle daño ahí, sentía que respiración y ladito de Gyuvin que podría vivir con aquello toda su vida.

— no sé si alguna vez que te lo agradecí —rompió el cómodo silencio Gyuvin, pero su voz calma tampoco arruinó el ambiente— pero estoy muy agradecido de tenerte como amigo, saber que eres tú mi alma gemela, se siente gratificante poder tenerte liki.

Ricky rio ante ese apodo, se acuerda claramente que el Gyu de 6 años no podía pronunciar la r y en consecuencia nació ese apodo. Ricky lo miro con una sonrisa genuina.

— creo que sería lindo que lo dijeras más seguido ¿hay algo que te gustaría que yo hiciera? para que te sientas amado... cómo amigo.

Así comenzaron otros acuerdos, ambos propusieron ideas, poder expresarse de mejor forma el uno con el otro, poder recibir amor y dar amor, que el otro se sienta feliz y respetado, que sea todo ameno y sincero entre ellos. El atardecer los acompañaba y mientras Gyuvin hablaba Ricky solo podía fijarse en el brillo de sus ojos y como de manera tenue el atardecer se posaba en sus ojos, reflejando un bonito paisaje, un paisaje realmente hermoso.

Ricky podía perderse en esos ojos y a la vez encontrar todo, recuerda muy bien cuando el baile de sus pestañas lo hicieron marear mientras un brillo inigualable se posó en los orbes de Gyuvin, desde entonces descubrió que amaba la bella forma de estos y como podría delinearlos con su propia mirada toda la vida. Prometió guardar la luz de éstos para así encontrar su camino a casa con tan solo mirar a Gyuvin.

No había nada en el mundo que alcanzará la dulce y transparente mirada de su chico, el realmente pensaba que nada era suficiente al lado su mejor amigo.

















me gusta eso de q
sean medios babosos
con sus sentimientos, decía

Cupid   𝆬       𝅄  ryuvin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora