En llamas

275 33 10
                                    

Sé que el misterio emociona, pero, poco a poco, siento que esta historia podría estar un poco larga, vamos a desentrañar más de 50 años, lo que es la historia de vida de una persona, creo que es de los principales atractivos de hacer personajes mayores.

Así que venga a emocionarse conmigo, porque nuestras viejitas tendrán su primera cita en años :3

Sin más que lo disfruten.

.

.

.

Solo se besan un poco más antes de soltarse para levantarse, pues así como hay rutinas nocturnas, las hay matutinas. Kara se sonroja hasta las orejas cuando se da cuenta de que está semi desnuda de la cintura para abajo por sus actividades de anoche, por lo que se cubre con las sábanas.

Lena comprende regalándole algo de privacidad, retirándose hacia la cocina para empezar a calentar el agua; lo cual no es mucho, pues el cuarto no tiene paredes divisorias más que en el baño, pero es amplio lo que les permite estar separadas.

Cuando se reúnen una vez más, Kara toma asiento en el pequeño desayunador junto a la cocina, tiene cuatro sillas y la mesa es de vidrio, circular.

-Entonces...- comienza la rubia rompiendo el silencio-. ¿Quieres bajar a desayunar?

-Oh no, estoy de muy buen humor como para enfrentarme a todos esos cuchicheos del comedor- explica su ahora pareja, buscando unas tazas en la alacena.

La señora Zorel le da dos golpecitos con sus dedos a la mesa pensativa, Lena se saltaba por lo menos una comida en el comedor, a veces hasta dos, aunque no se había puesto a pensar que quizá es por los rumores y privilegios de los que goza. Los otros residentes del asilo pueden caer en ser demasiado quisquillosos, si lo piensa bien, su chica no habla con nadie más a parte de ella y sus amigos.

-De hecho si no te molesta, podría pedir algo de comida a mi chef personal- comenta la señora Luthor trayendo dos tazas de té-. Nos lo traería un momento.

-¿Ahora? Son las siete de la mañana.

Lena frunce el ceño.

-¿Y? ¿qué tiene de raro?

Kara se rasca la nuca ¿cómo se lo dice?

-Ya veo, entonces cuentas con un chef o probablemente dos que están disponibles para ti en cualquier momento de día.

-Si- responde ella con una sonrisa.

Wow ¿cuánto puede costar eso? Ella no quiere ser como los demás, pero es imposible no ponerse a pensar al respecto, ni siquiera imagina la reacción de los residentes más exigentes que no pueden aspirar a eso. Aunque... da igual, esta bella dama no tiene la culpa.

-¡Claro que me quedo!- responde tomando la mano de su amada sobre la mesa.

-¡Perfecto! ¿Qué se te antoja? Puede prepárate lo que sea sin restricciones.

El corazón de la señora Zorel salta emocionado ante la opción, si algo ama, es no tener que seguir el régimen alimenticio que dictan en el asilo, por lo que encarga huevos con tocino y unos muffins. La señora Luthor lo pide por mensaje de texto informándole que tardarán unos treinta minutos, por lo que la rubia acuerda irse a su cuarto para arreglarse.

Ya ahí, suspira enamorada, se cambia de ropa, lava sus dientes, ordena uno poco su cuarto, y le manda un mensaje a Mike, diciéndole que no irá a desayunar hoy, el cual él responde con un emoji de un perrito junto a un pulgar arriba.

Kara no entiende el lenguaje de los jóvenes que ya no usan palabras.

Al volver con su amada, ya se ha cambiado, se ha puesto unos cómodos pantalones finos a juego una camisa oscura. En silencio lee el periódico sentada en el desayunador con el sol ya entrenado por la ventana, es una imagen increíble que la hace correr a su encuentro. Platican de todo y nada, tomándose de la mano, susurrándose cosas al oído aunque nadie más las puede escuchar, solo para sentir la proximidad de la otra.

Una taza de té por la tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora