Mazo de cartas

207 28 2
                                    

Perdón lo publiqué por error antes, sin más que lo disfruten.

.

.

.

Después de una siesta volvieron a hacerlo, tuvieron que tomar una pausa para darse una ducha y cenar, posteriormente volvieron a encontrarse en la cama, ésta vez para dormir de verdad.

Cada una hizo su rutina, pastillas, dentaduras, mascarillas, encontrándose en la cama cerca de las 9, ya en sus pijamas, Lena se coloca un cómodo camisón, mientras Kara, algo más susceptible al frío, pantalón de chandal y camiseta de tirantes con un ligero suéter gris encima.

-Pero vamos, cuéntamelo todo de esa época- pide la señora Luthor sentada a su lado, recargada en la cabecera de terciopelo rojo.

Solo las luces de las mesitas de noches ilumina el cuarto, deben hacer tiempo hasta que les toque su medicina.

-Está bien, todo fue risa y diversión hasta el otoño de 1979, mis amigos y yo ya habíamos recorrido todo el país en nuestra Volkswagen, pero las canciones se acaban, los bares cierran, todo termina- relata la rubia señora recordando esos ayeres en lo que sostiene las manos de su amada-. Ese tipo de vida te trae algunas habilidades, como, cómo gestionar el dinero, trabajar para traer el pan a la mesa; tocabamos por comida e incluso estuvimos en una comuna un par de semanas donde nos enseñaron a cultivar. En mi caso aprendí mucho de mecánica, nuestros recursos eran limitados como para gastarlos en cada cambio de llanta, así que los chicos y yo nos enseñamos a hacer lo necesario para mantenernos rodando.

-A los 24 seguro eras una belleza- comenta Lena con suspiro.

La señora Zorel se inclina para besar su frente.

-Luego te enseño fotos- dice recargándose otra vez en la cabecera-. Como decía, nuestra camioneta se descompuso aquí, en National city, dió todo lo que tenía que dar y ya no tenía remedio. Donovan, el mayor de nosotros, se había ido una semana antes al recibir la noticia de que su madre había muerto, por lo que decidió dejarnos y volver a su casa, era de Texas. Sin nuestro conductor perdimos la sensación de unidad, a él siguió R.J. originario del mismo estado que yo, que mientras estábamos varados fue contactado por sus padres, habían conseguido meterlo en la universidad con favores, así que se vio obligado a volver. Al final me quedé con Bettany y Arnold, eran pareja, ella quedó embarazada, tenía alrededor de cinco meses aquel día. Ya no éramos esa familia, pronto él tendría que ponerse a trabajar para que pudieran mantenerse, así que nos separamos, les dejé la camioneta para que tuvieran donde vivir y seguí mi camino, solo yo con mi guitarra.

La rubia señora ladea la cabeza recordando, a lo que la señora Luthor es ahora quien besa su frente.

-Eres una mujer de acero querida.

-Fueron semanas duras- admite-. Un día estaba tocando a las afueras de una cafetería esperando reunir suficiente para el desayuno cuando ví que en la tienda de autopartes de enfrente solicitaban un asistente. Ese fue mi trabajo, el dueño de la tienda me acogió y después era parte de su equipo, Gale era un gran hombre, aunque en menos de un año se vendió a Shell.

Su amada levanta una ceja sorprendida.

-¿Shell? ¿Gasolineras Shell?

-Ese mismo, Gale estaba desarrollando un nuevo tipo de aceite y Shell lo compró, nos compró. Gale se fue a Hawai con el dinero y la tienda pasó a convertirse en una sucursal de la empresa enfocada en el desarrollo de aditivos automotrices, despidieron a algunos, pero yo me quedé, mi nuevo gerente Bruce Wayne se convirtió en mi mejor amigo- relata Kara alzando los hombros-. A eso lo llamo suerte.

Una taza de té por la tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora