Capítulo 11

3 1 0
                                    

Una larga noche de entrenamiento acabo con unas cuantas cicatrices y golpes que habían producido los demonios al correr y atacar con desenfreno a los demás, incluso Cress que no poseía uno de esos demonios acabo con un golpe cuando lanzaron a Tosk contra ella.

Se contaban cuatro hembras y solo dos machos dentro de los seis Akhluts invocados.

-Ahora que ya tenéis a vuestros demonios aquí, poneos un nombre, luego intentad perfundiros- ordeno la sirena.

-El mío se va a llamar Ailard- exclamo Kobe acariciando la conexión con su demonio intentando transmitir más órdenes.

-Atilla, ese es el nombre que merece este ejemplar- farfullo Othello secándose una lagrima.

Fletcher asintió al ver la férrea determinación del enano.

-Yvaine, como la primera elfina que gobernó a mi pueblo- dijo la elfina, sosteniendo en alto su falce.

-No se me ocurre nada- dijo Fletcher en un murmullo de voz.

Entonces una escena volvió a su mente. Un pequeño gato acurrucado en sus piernas mientras estaba sentado junto a Berdon cerca de la chimenea para calentarse en las frías noches de invierno.

-¡Lorcan!, eso es- grito antes de darse cuenta que había levantado mucho la voz.

-¿Por qué Lorcan, capitán Raleigh?- pregunto Lovett abandonando su silencio.

-Así pensaba ponerle a un gato que siempre iba conmigo hasta casa y se acurrucaba en mis piernas junto a la chimenea-

Con el corazón pensaba en Berdon, que a estas horas debería estar sentado en las escaleras de la mansión observando las estrellas como cada noche, pero en su mente, una nueva preocupación se dibujaba y era nada menos que la idea de hacer que Ignatius volviera a pasar por una metamorfosis.

-El mío se llamará Nalu- interrumpió Seraph luego de haber pensado mucho un nombre para su nuevo demonio.

Antes de que las campanadas inundaran con sus sonidos el aire, los hechiceros perfundieron a sus demonios no sin antes sentir que se les iba la vida antes de poder hacerlo.

Era casi mitad de la noche y se habían sentado cansados en la mesa de la sala común, sin temas de los que hablar, solo los zumbidos de los Ácaros que revoloteaban por la sala.

Apagaron las luces errantes y con un pesado andar, cada uno partió hacia su cama y se quedaron en silencio durante lo que restaba de la noche.

Los golpes en la puerta los despertaron alarmados, se quedaron dormidos y no bajaron al desayuno, lo único que ganaron fue una reprimenda de Arcturus por quedarse dormidos y después entraron a su clase de conjuros.

Cuando llegaron al aula se encontraron con los gemelos Forsyth junto a Atlas, Penélope y Verity que se encontraban dibujando un conjuro que parecía formar una espada de luz que cubría los dos costados de su mano.

Los nobles movían sus dedos compitiendo por ver quién podría lograr hacer la espada más filosa. Othello, Genevieve y Cress corrieron hasta tomar algunos de los asientos libres y apresurarse a tratar de emular el conjuro.

En el momento en que Fletcher pasó junto a Tarquín, este blandió la espada con la amenaza de herir a Fletcher haciendo caso omiso de las instrucciones de Arcturus.

Verity y los demás nobles desviaron la atención del conjuro para contemplar la escena que estaba ocurriendo.

Con la velocidad que da la práctica, Fletcher trazo un escudo y detuvo el ataque de la espada que se desvaneció con un sordo golpe cuando aterrizo en él.

The summoner's route (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora