Capítulo 26

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Delante de los demás, una manada de demonios orcos, saltaban por la hendidura y se lanzaban contra la barrera que los magos de batalla levantaron. Las bestias chocaban entre sí, destrozando garras, escamas y pelaje. Al menos medio centenar de demonios libraban una guerra debajo de él.

Una enorme figura cubierta por llamas se adelantó a los demás demonios de Hominum y lanzo una exhalación de fuego que, ilumino el ejercito de demonios que se acercaba, alcanzando a unos cuantos Cánidos y Kamaitachis que cayeron al suelo rodando.

Era un Ifrit. El enorme demonio despedía llamas de su cuerpo iluminando todo. El demonio levanto a un Cánido por el cuello y lo lanzó contra los demás demonios.

Un grupo de Onis humanoides y félidos con melenas de león, se lanzaron a atacar a los valientes Dragones que se adelantaron a la barrera para luchar junto a sus demonios. El pelo oscuro de Arcturus revoloteaba tras él, mientras iba a lomos de Eris, el Akhlut de Cora.

Fletcher sintió que el orgullo le invadía el pecho cuando su mentor logro ensartar a dos enormes Félidos con su lanza.

El sonido de los disparos, crepitando a lo largo de las líneas dispersas de los soldados detrás de él, sacó a Arcturus de sus pensamientos. Giró en su silla y miró a través de la neblina de humo de las armas. Se oyeron más disparos dispersos, pero los orcos estaban demasiado lejos para ser el objetivo; apenas podía distinguir sus pesadas figuras en la distancia. Lo más extraño aún... los disparos venían desde atrás.

Un disparo rozo la lanza de Arcturus, haciéndola volar unos cuantos metros por delante.

Un grupo de jabalíes tiraban de una pesada máquina que lanzaba pequeños perdigones con sonoras explosiones que acabaron rápidamente con los demonios que se acercaban y con unos cuantos trasgos.

Una figura tras la maquina se asomó, con el rostro sucio de hollín. Era Uthred, el padre de Othello.

Los oficiales del ejército ordenaron a sus hombres abrir una brecha para que la maquina se adelantara hasta el frente.

Ignatius y algunos de los miembros de la Fuerza Celestial, se batían contra el enorme grupo de demonios voladores que los atacaba.

Fueron unos minutos de locura, de cascos atronadores, de conjuros centelleantes en el cielo y hedor a muerte cuando las descargas del cañón golpearon a los trasgos que se precipitaban en una pavorosa huida.

Entonces, de la selva surgieron una docena de orcos toros a lomos de rinocerontes que con sus grandes cuernos cortaban el aire como las proas de un barco de guerra, y los orcos que los montaban gritaban mientras derribaban a demonios y soldados con grandes movimientos de sus macanas de guerra.

Los Dragones se aferraron a sus demonios y esquivaron a los rinocerontes mientras lanzaban ataques a sus costados.

Eris lanzo un sonoro chasquido y se lanzó contra uno de los rinocerontes, esquivando sus cuernos y su jinete con su espada recta desgarro la curtida piel del animal que se tumbó en una macabra charca de sangre haciendo caer a su jinete.

El orco se levantó y con su macana consiguió golpear a tres de los jabalíes que arrastraban el cañón.

Uthred se apresuró a cargar el cañón con más perdigones, pero antes de poder hacerlo, un orco sobre un enorme rinoceronte golpeo al enano con su macana.

El enano cayó al suelo mientras la caballería de Hominum empezaba a quedarse sin fuerzas.

Los soldados jadeaban debido al cansancio y los que portaban armas estaban cubiertos de hollín, la sangre en la trinchera daba muestra de lo fiera que había sido la lucha.

The summoner's route (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora