Capítulo 6

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¿Es una maldita broma? Como mierda metió mi célular ahí.

La rabia me estaba comiendo el cerebro. Me estaba probando y ambos lo sabíamos.

—Questi spaventato?

—¿Perdon?

—¿Has pensado en descargar el traductor Google?, no sé.

—¿Ha pensado que no hablo su maldito idioma?

—¿Estas asustada?, ¿así o un dibujo?.

El enojo actuó por mi lo juro. Mi mano entró decidida en su boxer y tomé mi célular.

Obviamente rose su miembro.

Me miró sorprendido, sin palabras, movió la boca y nada salió de ahí.

Apuesto que no se lo esperaba.

—Si no es mucha molestia quiero trabajar.

Tosio un poco y camino enojado a su despacho.

—Soy el puto amo, oh si.

Susurre mientras movía las caderas y celebraba con el célular en la mano. Recordé dónde estaba y lo tiré a mi escritorio con una mueca de asco.

Corrí al baño a lavarme las manos y después de secarlas salí para enfrentarme al problema. Mi pobre y traumatizado célular ha sido acariciado por un pene en contra de su voluntad. Oh pero esto no le saldrá barato tendrá que darme una indemnización para el pobre. Quizás cuanto dinero gaste en las citas con el psiquiatra y...

—¡Alex!.

Pegue un salto y salí de mi conversación interna para mirar a mi mejor amiga.

—Te estaba escuchando.

—¿Que fue lo que dije?– Me miraba seria.

—Que, que...– Funciona cerebro —Que ¿te ha salido un pene en la frente?.

Genial.

—¿Me ves un maldito pene en la frente, mujer?.

—Pues no.

Ella golpeó su frente y la mía.

—Recuerdame por qué sigo siendo tu mejor amiga.

Soltó una pequeña risa.

—Por qué me amas y no puedes vivir sin mi.

Ella se empezó a reír un poco más fuerte con cinismo y se ganó una mala mirada de mi parte.

—Bueno como te decía, mañana hay una junta de negocios y tienes que tener esto listo para mañana.

Me dejó muchos papeles en mi escritorío.

—Ahora toma tus cosas que ya nos vamos.

Suspire agotada. Hoy no dormiria ni un poco mientras ese estúpido italiano, pene acosador de celulares dormirá plácidamente en su cuna de oro.

Maldita sea la independencia. Que daría por dormir hasta tarde y que mamá me preparara el almuerzo.

—Tienes un whatsapp– Tomó mi célular.

La miré divertida.

—Si yo fuera tú no tomaría mi célular.

Me miró confundida y con un pañuelo húmedo desechable lo tomé y lo limpié.

—No quieres saber donde estuvo está cosa.

—Sí quiero.

Me miraba curiosa y sabía que no nos iríamos hasta que le dijera.

Un mafioso con SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora