Capítulo 13

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Mi celular vibró en señal de que había recibido un mensaje.

"Estoy esperando por ti en la escalera.- Marocchino"

Se me apretó el estómago y al abrir la puerta me sentí como una adolescente que iba a su graduación. Claro que esto es totalmente diferente.

Iba caminando insegura hacía la escalera pero recordé uno de los tantos consejos de mi mamá. Quizá ella cree que nunca puse atención a sus consejos pero la verdad es que tengo cada uno guardado para ocasiones como éstas. "Alex no le metas los calcetines de tu abuela a Tomy en la boca"

Sacudi la cabeza y me di un pequeño golpe en la frente, ese no es. "Siempre derecha por qué cada belleza es única, peculiar y tienes que estar orgullosa de tenerla. Levanta la cabeza, sonríe y hazme sentir orgullosa"

Seguí su consejo y caminé como si fuera la mejor del lugar.

Miré a Máx y trague saliva nerviosa.

—Te ves preciosa.

—No es necesario que actúes, aún estamos aquí.

—Claro.

Yo esperaba un "No es actuación" pero no, el cerebro de maní dijo "claro"

Te dí la oportunidad de ser romántico pero que haces la desechas como un condón recién usado.

—Eres un idiota, ¿Lo sabias?

Sonreí exagerada.

—Si sigues sonriendo así, te dará un calambre facial, queridita.

Rode los ojos, bajé la escalera y pasé junto a él sin darle importancia.

—Si te comportarás así toda la noche mejor te quedas acá.

Pasó rápido por mi lado y me cruce de brazos sin dar un paso más.

—Me quedo entonces.

—No hagas que te arrastre de los pelos al auto.

—No hagas que te cuelgue de las bolas en el árbol del jardín.

—¡Te ves preciosa!

Nana apareció de la nada terminando con la pelea de miradas.

—Gracias, nana.

—Ella no es tu nana.

Hice un ruido parecido al gruñido de un león.

—¡Deja de ser tan infantil!

—No voy a discutir contigo, por qué tú eres la infantil que no puede hablar sin insultarme.

Rode los ojos.

—Adios, nana– Le dí un abrazo —Nos vemos después.

Caminé hacía la puerta sin esperar a Máx y al llegar al auto esperé que me abriera la puerta pero adivinen qué, el tipo se subió al auto.

De pronto la ventanilla se bajó por completo y vi esa sonrisa.

—¿Cuanto la noche?

—Eres un degenerado de mierda.

—Y usted una grosera.

Abrí la puerta indignada y me senté sin dirigirle la palabra.

—Llevamos cuatro meses saliendo, ¿de acuerdo?

Claro, ahora venía el momento de actuar.

—Nos conocimos en un café, era de noche y llovía.

Un mafioso con SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora