Después de tanto pensar llegué a una conclusión. Nunca podríamos estar juntos era simplemente un amor imposible.
—¿Estas bien?.
Preguntó nana y por primera vez sentía las ganas de ser sincera con alguien.
—No, nana– Susurre.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y cerré los ojos con fuerza. El timbre sonó.
—Yo iré a abrir la puerta.
Máx venía caminando. Uno diferente, serio y frio.
—Ve a esconderte, corre.
Asenti y me escondi en el mismo armario.
—¿Que quieres?
Ni una respuesta se escuchó. Que extraño.
—Sigueme a mi despacho.
Después de escuchar unos pasos alejarse salí con cautela de mi escondite.
—¿Quien era?
—Una persona que conoce al padre de Máx.
La miré confundida.
—A veces él se encarga del trabajo sucio.
Entendí a la perfección. Si no me mata Máx, él lo hará. Nana miró sus manos.
—Entiendo.
—Vamos a la cocina.
Asenti y caminé tras ella. Me senté a ver como miraba el libro de recetas buscando algún postre pero la idea de ir a ver quien era aquella persona no abandonaba mi cabeza. Ella me contaba pequeñas anécdotas y yo sonreía en respuesta ya que no ponía atención.
—¿Cuál es el nombre de la persona que está en el despacho de Máx?
—No lo sé.
—¿Es un hombre?
—Sí.
—¿Italiano?
—Británico.
—¿Tiene familia?
—No, ni un pariente por lo que sé.
—Eso es obvio ya que nadie que tuviera un hijo tendría el valor para matar a sangre fría sin dudar en hacerlo de nuevo.
Ella me miró triste. Máx también lo ha hecho.
—Lo dije sin pensar– Miré la ventana.
—No te preocupes.
—¿Me ayudas?– Sonrió con pena —Es un pastel de chocolate con fresas encima.
Mis palabras favoritas. Pastel y chocolate.
—Claro- Sonreí.
Una sonrisa falsa se posó en mi rostro. Una de las tantas.
—Tiene un olor delicioso– Dije después de unos minutos.
—Me encanta esta receta por qué era de mi madre y...
Miraba su rostro pero no lograba comprender. Solo pensaba en como seria la cara de mi asesino personal.
—¿Me estas escuchando?
Sacudi la cabeza y la miré avergonzada.
—Necesito ir al baño.
Corrí fuera de la cocina y empecé a caminar en dirección a ese maldito despacho.
Me sentía una espía. Iba caminando con la mano en la pared cuando sentí que la pared se alejaba de mi mano.
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Un mafioso con Sentimientos
Romance-Sei una bella donna- Le susurró a la chica -Pero si te metes en mis asuntos no tendré compasión contigo- La soltó bruscamente y se subió a el deportivo negro con los otros tres chicos. Ella suspiro agitada y comenzó a caminar apresurada hacía su ap...