Capítulo 17

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"El sabor, el tacto, la forma en la que nos amamos. Todo se reduce al sonido de nuestra canción de amor. Sabes que moriría para hacerte sentir orgulloso"
                    
(Love Song, Lana Del Rey)

                  
Los celos de las alfas puras eran considerados los más agresivos sin lugar a dudas, era por eso que su irregularidad era parecida a la condición pura de las alfas. Lisa sufrió la peor fiebre de su vida a los quince años, mientras se sentía desfallecer en su cama y con el olor picante de su madre que la atendía y la aturdía, su instinto todo posesivo de cualquier cosa que estuviera a su lado.

Duraban una semana entera, pero su agresividad se triplicaba y llegaba a parecer animal enjaulado con tanto gruñido. Antes le era fácil atender los gustos carnales que por naturaleza su cuerpo le demandaba en algún bar de la ciudad que tuviera entrada restringida, así se aseguraba de que no iba a meterse con cualquiera que, aunque con protección, pudiera infectarle con alguna enfermedad.
                    
Si algo había aprendido de esas crudas experiencias, era que las omegas solían entregarse completamente mareadas por las feromonas. Ahora estaba preocupada por la omega que llevaba a casa consumida por su aroma a celo que la impacientaba sobre su lugar. Consideró en dar la vuelta sobre el retorno que las llevaba a casa de Rosé y Jisoo, quería hacerlo para evitar alguna situación indeseable con Jennie. Pensó más allá, y esa opción tampoco resultaba demasiado válida al final pues apenas estacionara fuera de la casa y llamará a la puerta, Jisoo saldría a correrla con cualquier objeto potencialmente dañino para ahuyentarla. Como pareja unida por el lazo, eran más posesivas la una de la otra.

Con Momo y Nayeon sería la misma situación, y ni pensar en llevarla con Joohyun. Cuando regresara por ella, Jennie seguramente habría perdido la bonita timidez e inocencia que la caracterizaba y regresaría siendo una total odiadora de alfas.

Jennie soltó un jadeo entrecortado y cruzó sus piernas para contener el temblor de éstas, estaba sonrojada y sentía que el aire la asfixiaba a pesar de que las ventanas estaban abajo. Lisa apretó las manos contra el volante y dejó de lado sus vacilaciones para acelerar el paso y poder llegar a su casa, mientras que bajaba una mano para sostener la de la omega.

Fue un abrir y cerrar de ojos en lo que habían llegado, la tensión que se vivía era una gigantesca burbuja que las encerraba cerca y cada vez querían más del toque. Lisa bajó del automóvil y corrió a abrir la puerta a la más pequeña para cargarla desde los muslos, procurando no aplastar su abultado estómago. Cerró la puerta y se dirigieron dentro de la casa, con una melosa Jennie colgada como changuito a su cuello.
                    
Cuando ascendieron al segundo piso y se instalaron en la recámara, Lisa estaba mordiendo sus labios con toda su fuerza para luchar contra su instinto y poder ayudar a Jennie a tomar las cosas con calma y sentirlas, realmente disfrutarlas. Estaba influenciada por su naturaleza omega que correspondía sumisamente a la necesidad de su alfa, y aunque aquello a Lisa le daba una ventaja para descargar el dolor de su entrepierna con agresivas embestidas que la saciaran, no se perdonaría jamás escuchar los lamentos del dolor que sentiría al día siguiente o cuando el efecto de las feromonas hubiera pasado.
                    
La recostó sobre la cama y observó por los rayos del sol que se colaban por su ventana lo hermosa que era con el cuello sudado y las mejillas rosadas, sus labios mordidos que se abrían en una "O" y ese vientre abultado que guardaba a su hija. Jennie alzó sus brazos sobre su cabeza y la inclinó como un cachorro que demandaba cariño, así que Lisa se apresuró a levantar su camisa para dejar pequeños besos de mariposa que con sus pestañas cosquillearon a la omega, fue subiendo así hasta querer despojarla de la camiseta y el saco abierto y estorboso que todavía tenía puesto. No había duda de por qué estaban sudando tanto.                                 
                               
Jennie no pensaba racionalmente, así que aunque le diera mucha pena mostrar su cuerpo, estuvo dispuesta a dejar que la despojaran de su ropa superior.

Kerosene | Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora