Me deshago en lluvia

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Estoy hecho de gotas de lluvia
que alguna vez
quisieron caer en cascada.
De trozos de tela despuntados
por el uso.
De casas abandonadas.
De tachones en una hoja.
De hasta luegos.

Las ganas se borran solas
y,
a veces,
traman a escondidas en mis adentros
esperando que no me dé cuenta,
cuando les pongo flores en el pelo
y ellas me susurran al oído.

Ya no quedan puentes que tender
porque tampoco hay un sol
que los seque.
Y así es imposible cruzar al otro lado.
Y así es imposible salvar el río.
Así ni se debe
ni se puede,
caminar.

En todas las veredas
por las que me abrí paso
entre la maleza,
aparecen espinos y ortigales
y se llevan mis tobillos,
mi carne
y mis huesos,
hasta que no soy más que heridas
y con mi sangre se alimentan,
creciendo.

Tengo manos,
pero las miro y no me las noto,
porque están ausentes,
intentando moldear
el barro
en el torno que es mi mente,
para fabricar una vasija más grande
porque saben que este cuerpo
ya se les queda pequeño,
que no aguanta,
que no quiere ser vestido.
Y con todos y cada uno de los nervios
quieren fabricar sogas
donde agarrarse,
cuando empiece el temporal.
Y yo las dejo hacer
porque ellas me dejan deshacer
y así me deshago,
en lluvia.

Ríeríeríe y después muereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora