En tu infancia
te hicieron crecer
desprendiéndote del cielo
y la quietud de las nubes,
te hicieron perder tu nombre
por la manera en la que te llamaban,
separaron tu cuerpo, tu mente y tu yo
para abandonar cada trozo en un sitio diferente.
Y yo quise elevarte al cielo,
hacerte reposar en las nubes,
encontrar tu nombre en mis labios,
unir tus tres partes después de encontrarlas en cada
rincón de tu cuerpo.
Y me hipotequé
hasta que no me quedó más cosa
que este ruidoso silencio
sobre la mesa de la cocina.