Cinco meses después...
Después de irme de casa de Jake y Derek aquel día, cuando Shanon y yo cumplimos nuestras respectivas fantasías amorosas -y sexuales, cabe decir-, empecé a sentir miedo. Y ahora, ¿qué?
Fue Jake el que dio el paso de escribirme por WhatsApp. Ambos coincidimos en que fue una noche increíble, pero ninguno se atrevió a plantear la maldita pregunta. Hasta el lunes siguiente acabadas las clases.
Jake me acompañó a casa y, luchando contra la vergüenza que me producía el simple hecho de pensar en sacar el tema, lo hice. Fue una conversación larga que acabó casi dos horas después en un banco cercano a mi casa, donde sacamos en claro, principalmente, dos cosas: la primera es que nos gustábamos, la atracción y el interés era mútuo, pero la segunda fue que era demasiado pronto para ser pareja. A pesar de todos los años compartiendo clase, la realidad era que no nos conocíamos de verdad. No queríamos precipitarnos.
A partir de entonces, empezamos a quedar fuera del instituto y a hablar a todas horas por WhatsApp. Un par de meses después, pasó algo importante. Estábamos en su casa, yo tumbada en su cama, como de costumbre, y él mirándose en el espejo.
- Creo que he engordado.
Me levanté, sabiendo cuánto le deprimía subir de peso. Es verdad que había ganado algunos kilos más, pero no quería ser yo quien se lo dijera. El peso es un tema que siempre le ha afectado mucho.
- Oye, yo cada día te veo más guapo. -dije abrazándole por detrás y sonriéndole a través del espejo-.
- No entiendo cómo puedes pensar eso de una bola de grasa. ¿Pero tú me has visto? -se señaló a sí mismo haciendo aspavientos con las manos-. Cada vez me es más difícil encontrar ropa de mi talla. Ya me empieza a ir justa la XXL -suspiró con decepción, cogiéndose la barriga y agitándola, haciendo así que la grasa acumulada en la zona bailara al ritmo de sus movimientos-. Además, soy un gordo que no sirve para nada. No puedo subir las escaleras de casa sin ahogarme al llegar al final, de camino al instituto tengo que pararme varias veces a coger aire, no puedo estar más de diez minutos de pie porque sino acabo exhausto. Y aún así, no dejo de comer cantidades industriales. Doy asco.
- ¿Quieres parar ya? ¡Deja de torturarte! Me duele que pienses todo eso de ti. -dejé escapar un par de lágrimas, dolida por la situación-. Sí, es verdad: has engordado. Te voy a querer peses lo que peses, Jake, pero si lo que quieres es adelgazar, yo te ayudaré. Te ayudaré a controlar tus comidas y a hacer un poco más de ejercicio, aunque solo sea pasear. Cada semana te pesarás y apuntaremos tu peso en una libreta para ver la evolución. Quiero que seas feliz. Me destroza ver que no lo eres.
Después de esas últimas palabras, me eché a llorar. Sentí los rechonchos brazos de Jake envolviendo mi tembloroso cuerpo.
- No llores, por favor... Me rompe el corazón verte así. -limpió las lágrimas que se habían deslizado por mis mejillas.- Me parece genial tu plan. Gracias por cuidarme siempre, Els.
- Gracias a ti... -dije acabando de limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano-.
- A ti. Eres la mejor novia del mundo.
En cuanto dijo eso, abrí mucho los ojos. ¿Me acababa de llamar novia? En cuanto se dio cuenta, intentó arreglarlo.
- E-es d-decir... Ya sé que no estamos saliendo, p-pero... Para mí eres c-como una novia, y-y...
- Quiero ser tu novia, Jake.
Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos, y nos echamos a reír. Jake puso la palma de su mano sobre mi mejilla y acercó su cara a la mía.
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El gran peso del amor
RomanceElizabeth es un misterio para Jake, que debido a su timidez y a pesar de compartir clase desde el primer día de instituto, nunca ha sido capaz de acercarse a ella. Jake es un compañero para Elizabeth, pero no solo eso: es la única persona que ha con...