Capítulo 9: Jake

164 4 0
                                    

No me puedo creer lo que está pasando. Els me ha besado. A mí. Me. Ha. Besado. E-l-s.

Es mi primer beso. Por esa razón, al principio me cuesta seguirle el ritmo a Els, pero cuando ya llevamos un rato besándonos, nos sincronizamos. Pocos segundos después, Els pone la mano encima de mi rodilla y la va subiendo lentamente hasta mi barriga. En cuanto noto el contacto la encojo, avergonzado, pero sus caricias me quitan todo el miedo. Cuando dejo ir el aire y se expande toda la grasa de nuevo, noto cómo Els sonríe.

- Tienes un cuerpo precioso. -me susurra-.

Quiero tocarla, acariciarla, pero soy incapaz de moverme. Hago un intento de poner la mano en su cintura, pero empiezo a temblar. La aparto rápidamente y la dejo sobre la mía. Els debe sentir mi inseguridad, porque deja de acariciarme la barriga y coje mi mano para colocarla sobre su cintura. La va subiendo lentamente por su torso, hasta llegar a su pecho izquierdo. Coloca mi mano allí y la aprieta.

Siento una fuerte erección bajo mi pantalón. Nunca me había planteado llegar a tocarle un pecho, ni si quiera en mis mejores fantasías. Es tan blandito... Se amolda perfectamente a mi agarre. Lo estrujo con suavidad; lo último que querría sería hacerle daño. Siento que su pezón se pone duro y Els gime levemente.

De un momento a otro, Els pasa de estar sentada en la cama a sentarse en mis rodillas. Una de sus manos se posa en mi mejilla y la otra jueguetea con la grasa de mi barriga, acariciándola y dándole algún que otro apretón. Por alguna razón que no logro entender, me gusta. Yo le acaricio la espalda y acabo con las manos en su culo, que consigue duplicar mi erección.

Els se aparta lentamente y me dedica la sonrisa tímida más bonita que he visto nunca. Tiene los labios hinchados por el beso y está un poco despeinada. No cambiaría absolutamente nada de ella.

- Vamos a alimentar esto. No voy a permitir que pases hambre por una tontería así. -le da otro apretón a mi barriga y yo me rio, atrayéndola hacia mí para darle un abrazo-.

En cuanto nos separamos, para mi disgusto Els se levanta. Se separa unos cuantos metros de mí y saca el móvil. Tecla un número de teléfono y se da la vuelta para poder hablar. Sonrío al ver que tiene el vestido un poco levantado.

- ¿Hola? Sí, hola. Quería pedir... -se gira para mirarme- cinco hamburguesas extra grandes. Sí, todas con patatas y bebida. ¿Qué bebida? Mmm... Coca-Cola. Vale, ¡perfecto! Vivo en la calle... -Els le da la dirección de mi casa-. Y por favor, ¡no pique! Está mi abuela durmiendo. -me dirige una mirada pícara y yo me rio-. Sí, llame a este número y yo le abriré la puerta. ¿Veinte minutos? De acuerdo, ¡gracias!

Después de colgar, vuelve hacia mí y se sienta de lado encima de mis rodillas. Mi barriga cubre parte de ellas, pero consigue hacerse un hueco. Me rodea el cuello con los brazos y me da un beso en la mejilla.

- Veinte minutos.

Yo sonrío y la beso.

[...]

- ¡Están llamando!

Els se levanta tan de sopetón que consigue asustarme. Se ríe y me da un beso en los labios.

- Ahora vengo.

Me dedica una última sonrisa, abre la puerta con cuidado y se va, cerrándola detrás de sí. La barriga me gruñe con fuerza desde hace rato. Els ha intentado calmarla con caricias, pero no ha funcionado. Se me hace la boca agua solo de pensar en esas cinco hamburgesas con patatas fritas y bebidas.

- ¡Voliá!

Els vuelve a aparecer otra vez por la puerta con una bolsa enorme del Burguer King. En cuanto la veo, la barriga me gruñe con mucha más fuerza.

- Tienes hambre, ¿eh? -dice mientras se ríe. Yo me sonrojo-.

Hago el amago de incorporarme para poder comer, pero Els me frena.

- Tú ponte cómodo. Ya me encargo yo del resto.

Le hago caso, aunque tengo que reconocer que no sé qué pretende y eso me pone un poco nervioso. Pongo los cojines en el cabezal de la cama y me apoyo en ellos, de forma que quedo a medio camino entre sentado y estirado.

Mientras tanto, Els saca la comida y bebida de la bolsa. El olor de las hamburguesas llega a mi fosas nasales y consigue hacerme soltar un leve gemido. No aguanto más sin comer.

- ¿Listo?

Asiento con ganas mirando fíjamente la comida. Els coje una de las hamburguesas y me la acerca a la boca, de tal forma que no tengo que hacer ni el mínimo esfuerzo para comérmela: solo abrir la boca, masticar y tragar.

Entre mordisco y mordisco le voy dando tragos a los refrescos -hay un total de cinco, uno por hamgurguesa-, y ella va alternando las patatas. La situación, Els alimentando mi hambriento cuerpo, es muy placentera.

Va pasando el rato. Cada vez me siento más lleno e hinchado. La camiseta empieza a ajustarme, hasta el punto de no ser capaz de cubrir toda mi barriga, y los pantalones me aprietan por todos lados. Al acabar la cuarta hamburguesa, siento que ya no puedo más.

- Uhg... Estoy llenísimo... Creo que voy a reventar el... -antes de poder acabar la frase, el botón del pantalón sale disparado y mi barriga se expande. Suelto un suspiro de satisfacción y placer-.

- ¿Te duele?

Las manos de Els empiezan a masajear mi abultada barriga. Suelto gemidos de placer mientras remueve la grasa de mi vientre.

- Sí...

- Solo queda una hamburguesa, una bolsa de patatas, y una Coca-Cola y media. ¿Estás seguro de que no quieres más?

Miro la comida, que descansa encima de mi mesita de noche. Els parece querer que siga comiendo, y si así puedo hacerla más feliz...

- Dame.

Ella sonríe, satisfecha, y me ayuda a acabarme lo que queda de comida y bebida. Cuando ya me he comido hasta la última miga, me siento más lleno que nunca, hasta el punto de quedarme inconsciente.

- ¿Cómo estás? -me pregunta mientras sigue masajeándome la barriga-.

- Bien. -contesto jadeando-.

- ¿Quieres dormir un ratito?

- Estaría bien. Ahora mismo no creo ni que me pueda mover.

Ella sonríe y me da un beso en la frente.

- No te preocupes. Has comido muchísimo, descansa un rato. Espero haberte compensado todo el hambre que has pasado esta semana.

- Sin duda. -le devuelo la sonrisa-.

- Yo me ocupo de recoger todos los envoltorios, tú procura descansar.

- Gracias. Si quieres... -cojo aire y valor para proponerle lo que tengo en mente-. Si quieres puedes estirarte conmigo, cuando acabes.

- Claro. -su cara de ilusión me enternece-. Me doy prisa.

El gran peso del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora